Centroamérica debe mejorar cuanto antes el manejo que está haciendo del recurso hídrico si en próximos años quiere contar con agua suficiente para actividades económicas como la agricultura.

En esta tarea no debe menospreciarse el uso de todo tipo de herramientas tecnológicas, según concluyeron tres expertos que disertaron en un foro sobre agricultura y uso eficiente del agua, organizado por CropLife Latinoamérica. “El agua va a ser como el petróleo en los próximos 20 o 30 años”, vaticinó Alberto Trejos, docente del INCAE Business School.

Según este académico, actualmente en países como Costa Rica se está usando más del doble de lo que sería sostenible en el largo plazo por lo que urge bajar su consumo para contar con reservas estratégicas de cara al futuro.

El crecimiento de la población vendrá a poner una presión adicional. Datos de CropLife indican que la producción agrícola mundial deberá de incrementarse en un 70% si se quiere hacer frente a la demanda de alimentos de los 9,000 millones de personas que habitarán el planeta para el año 2050.

Aunado a este aumento en la demanda de alimentos, más de la mitad de la población mundial tendrá restricciones para el uso del agua, añadió Carlos Buzio, presidente de CropLife Latinoamérica. Asimismo, habrá menos tierras para uso agrícola por lo que el reto para los productores es hacer un uso más eficiente del agua y de la tierra, señaló.

La alternativa para mejorar los rendimientos en la producción agrícola, indicó, es aplicar más tecnología, desde métodos tradicionales hasta la biotecnología.

Una de las técnicas a las que se puede recurrir es sembrar sin arar la tierra para conservar su humedad. El riego es otra alternativa. “Son prácticas que no se están utilizando y es esa la tristeza”, dijo Buzio. Lamentó que muchos países están por debajo del 50% en la adopción de semilla híbrida de maíz, aunque no es el caso de El Salvador, aclaró.

Pedro Rocha, coordinador de Biotecnología y Bioseguridad del IICA, por su parte, recomendó el uso de la agricultura que fomenta el uso racional de insumos, la desalinización del agua y fortalecer la asociatividad de los pequeños agricultores y la adopción de semillas tolerantes a la sequía.

En este último caso, Estados Unidos será uno de los primeros países en adoptar una variedad resistente a la sequía.

Con el cambio climático, eventos extremos como las sequías y las inundaciones serán más frecuentes, recordó Rocha.

Este ponente señaló que el papel de los gobiernos es vital para establecer el potencial de las zonas agrícolas y para normar si se adoptarán cultivos genéticamente modificados.

Sobre la reticencia al uso de variedades transgénicas, Buzio comentó: “Está basada en ideologías y creencias, que hay que respetar, aunque no tienen fundamento científico”.

Ambos coincidieron en que hoy en día, tanto la biotecnología como la agricultura orgánica pueden coexistir y contribuir a producir alimentos.