Panamá, Una prolongación del período de sequía en Panamá ha acarreado situaciones complicadas pues mientras el país basa su generación de electricidad en las hidroeléctricas, los embalses distorsionan el proceso de producción agropecuaria.
La falta de lluvias tiene a las represas por debajo de sus niveles normales lo cual provoca a su vez un descenso en la generación de electricidad y el país toma medidas como el reajuste del horario laboral para evitar apagones controlados.
Panamá posee decenas de hidroeléctricas de envergadura variada. En los diferentes ríos de la provincia de Chiriquí, por ejemplo, operan 22 pero hay 24 en etapa de construcción y otras 20 más en proceso de trámite para iniciar su construcción.
Sin embargo, esos proyectos vitales ante el crecimiento de la demanda de electricidad en el país, crean una serie de problemas a la agricultura y la ganadería porque afectan el caudal de los ríos, los sistemas de riegos y a las comunidades que dependen de esas aguas.
La intensa sequía agudiza las discrepancias entre ambientalistas y gobierno que enfrenta las acusaciones de grupos ecologistas porque, según ellos, la situación actual es consecuencia de que no se midieron con responsabilidad los niveles del impacto negativo de las hidroeléctricas en las comunidades.
Los cauces de los principales ríos de Chiriquí están en sus niveles mínimos, al igual que en casi todo el país, aunque entre las provincias más afectadas están, además, Coclé y Panamá.
Pero todavía no se ha declarado la emergencia por sequía que debe ser analizada hoy en el Consejo de Gabinete.
Fuentes del gobierno señalan que se discutirá un proyecto que incluye una partida de tres millones de dólares para paliar las pérdidas que se calculan en varios millones de dólares.
Unas 10 mil reses están en peligro y ya se reporta la muerte de más de 200.