La Habana (PL) Lanzar al mar el agua contaminada de la destruida central nuclear de Fukushima genera temores y preocupaciones entre los trabajadores de la pesca en Japón, uno de los sectores más importante en la economía del país.

Tal propuesta, planteada por la Tokyo Electric Power (Tepco), incluye además un plan para construir 12 pozos que bombearían el agua subterránea a fin de luego verterla al mar.

Según los directivos de la cuestionada compañía, los niveles radiactivos del líquido son tan bajos como los de los ríos circundantes, algo que pocos japoneses creen por la falta de información veraz y precisa sobre el asunto.

Para los trabajadores de la otrora poderosa industria pesquera japonesa, negados de inmediato a tales proyectos, la preocupación reside sobre todo en que no pueden diferenciar entre agua subterránea y agua contaminada.

Esa falta de información existe, de acuerdo con diversos medios de prensa y políticos del país del Sol Naciente, desde que el devastador terremoto de marzo del 2011 provocó posteriormente un tsunami de vastas proporciones.

En ese sentido, el diario Asahi Shibum reveló que las compañías privadas encargadas de las tareas de descontaminación, entre ellas la Tepco, emplean métodos cuestionables e incapacidad para ejecutar sus trabajos.

Informaciones del periódico mencionaron datos que demuestran lo planteado en al menos 13 sitios en los alrededores de Fukushima, supervisados y expuestos en informes de la Oficina de Restauración Ambiental.

Incluso, los reporteros precisaron que antes de las propuestas actuales emitidas por Tepco, el agua utilizada en labores de limpieza, también contaminada, se arrojaba a los ríos cercanos para abaratar costos y ganar, presuntamente, tiempo.

Los testimonios al respecto fueron publicados y el consenso es que tales hechos son sumamente graves.

El desastre en Fukushima y la crisis sobre la energía nuclear en todo Japón significaron, además de los altos índices de contaminación radiactiva, la muerte y desaparición de alrededor de 29 mil personas, la evacuación de más de medio millón de pobladores y pérdidas financieras superiores a los 34 mil millones de dólares.

ALGUNOS ANTECEDENTES 

Para los trabajadores de la pesca japoneses, cuya industria era equivalente a un 10 por ciento a nivel mundial, el desastre contribuyó a un bajón del 30 por ciento en las ventas de especies marinas.

De igual forma las capturas, que ya disminuían a menos de 10 millones de toneladas anuales desde 1990, llegaron a poco más de cuatro millones 800 mil en los últimos años.

La debacle en ciernes se agudizó con los daños ecológicos y medioambientales de la crisis nuclear generada a raíz de Fukushima, contaminándose extensas áreas marítimas en la isla de Honshu, una de las tres principales del archipiélago japonés.

Científicos de todo el mundo alertaron sobre el creciente peligro que significan las filtraciones de agua contaminada y de millones de toneladas de escombros generadas por el sismo.

Fukushima, a 280 kilómetros al norte de Tokío, fue la prefectura más afectada pero al este y al oeste amplias zonas costeras y marítimas tienen daños todavía sin evaluar y cuyas consecuencias para el ser humano y las especies marinas son a mediano y largo plazos.

Diarios como el Akahata, del Partido Comunista japonés, entre otros, abogan para atenuar o eliminar tales efectos y relanzar de manera más eficaz los servicios públicos y el denominado Estado social, así como total rechazo a los aumentos de impuestos a la población.

Testimonios de pobladores de las regiones afectadas, e incluso de medios editoriales y publicitarios, justifican entonces que la novela "El barco fábrica", de Takiji Kobayashi, venda en pocos días más de 400 mil ejemplares.

El libro de ese escritor, militante comunista, publicado en 1929, cuatro años antes de ser asesinado por la policía en Tokío, es actualmente una dramática alegoría de lo que le sucede a los pescadores japoneses.