Francisco Carrera, profesor de la Facultad de Ciencias de la UC, afirma que "estos cuerpos no son más que un gran pedazo de hielo sucio, con rocas y polvo"
Cuando hace más de 4.500 años una extensa mezcla de nubes de gas, rocas y polvo en rotación ocupaba el espacio que hoy conforma el Sistema Solar, comenzó la formación del planeta tierra. «Se inició el choque multitudinario de todos esos materiales dispersos, que fueron conformándose en los planetas que hoy conocemos. Esos choques fruto de la gravedad produjeron calor, y eso llevó a la fundición de los materiales, por eso la tierra es redonda», explica el profesor de la Facultad de Ciencias de la UC Francisco Carrera.
En medio de ese infierno de fuego, con temperaturas por encima de lo que puede imaginarse, «es complicado pensar en agua en estado líquido. Todo el agua, o casi toda, se evaporaría. ¿Por qué el planeta que habitamos tiene tanta agua en sus océanos y mares?», cuestiona el también investigador del Instituto de Física de Cantabria (IFCA).
Después de esa época caliente vino otra más fría, en que los choques fueron menores pero continuaron castigando la superficie de los planetas con el material residual que quedaba orbitando. «Un ejemplo de ello es la cara que muestra la luna, o aquellos cuerpos que carecen de atmósfera, y que han dejado al descubierto, sin erosión, los cráteres de aquel tiempo», explica. Carrera.
«Lo lógico sería pensar que todo este agua del planeta, o casi toda, vino en cometas en esa segunda fase de colisiones». Al fin y al cabo, «un cometa no es más que un gran pedazo de hielo sucio, con rocas y polvo».