París, Autoridades, expertos y organizaciones ambientalistas de Francia expresaron su preocupación por el deterioro de una antigua mina de potasio, devenida depósito de desechos industriales altamente tóxicos, en el departamento de Haute-Rhin, fronterizo con Alemania.

Alrededor de 44 mil toneladas de productos muy peligrosos y no reciclables, como mercurio, arsénico, cianuro y amianto fueron colocados a partir de 1999 en las profundas galerías de la mina Joseph-Else, en la comuna de Wittelsheim.

Los resíduos están en contenedores metálicos supuestamente construidos para prevenir cualquier fuga o reacción química no controlada.

Sin embargo, un incendio en septiembre de 2002 que provocó una gran nube contaminante mostró la vulnerabilidad del sitio y un año después se suspendieron las actividades de almacenamiento.

En la actualidad las condiciones de la mina se degradan constantemente y ponen en grave peligro el medioambiente, señaló Yann Flory, vocero del colectivo Destocamine, donde están agrupadas numerosas organizaciones sociales y ecológicas que reclaman vaciar el lugar.

"Los expertos están convencidos de que el manto freático pronto será afectado porque el agua se filtra y se acerca a los depósitos", aseguró Flory.

Según Jean-Claude Pinte, del Instituto Nacional de Medioambiente y Riesgos Industriales, unos 100 mil metros cúbicos de líquido entran cada año por las paredes exteriores de los 15 pozos de la mina.

Por otra parte, las galerías están debilitadas y en algunos lugares los techos comienzan a ceder, lo que dificulta una eventual evacuación de los productos más peligrosos, entre ellos el mercurio y el cianuro.

En diciembre de 2012 la entonces ministra de Medioambiente, Delphine Batho, ordenó retirar el 11 por ciento de los desechos, pero los trabajos han demorado.

Alain Rollet, gerente de la empresa encargada de la mina, señaló que la extracción de los contenedores es una operación muy peligrosa debido al riesgo tóxico para la población y el entorno natural.

Para los habitantes del lugar la mina es una bomba de tiempo cuya explosión temen en cualquier momento, sobre todo después del incendio de 2002.

Según François Elsaesser, uno de los más antiguos habitantes de Wittelsheim, sólo estarán tranquilos cuando hayan desalojado el sitio y desaparezca el peligro de emanaciones tóxicas o contaminación de las aguas subterráneas.