Durante décadas, los sistemas de riego han utilizado de forma excesiva de los suministros de agua subterránea para satisfacer las crecientes necesidades de la agricultura. Como resultado, el nivel de las aguas subterráneas en algunos países del mundo es anormalmente bajo y algunos acuíferos incluso se han secado completamente.

Fuentes de la OCDE estiman que para el 2030, el 47% de la población mundial vivirá en zonas de alto estrés hídrico como resultado del crecimiento de la población y el aumento de la urbanización, que ejerce una presión considerable sobre los recursos. La culpa está en el regadío intensivo, en respuesta a la producción en masa.

Consumir sin contar

En la década de 1970, Arabia Saudita estableció un sistema de riego agrícola a gran escala en una de las regiones más secas del mundo, para que pueda obtener la autosuficiencia alimentaria. Este logro fue posible gracias al bombeo intensivo de los acuíferos fósiles. El único problema es que estas reservas no se pueden reponer, con el resultado de que, después de 20 años de independencia de trigo, Arabia Saudita espera que cese el cultivo de trigo en los próximos 3 años y que tendrá que aumentar sus importaciones de cereales para compensar.

En Australia, la población consume un 30 % más de agua que el promedio de los países de la OCDE y el consumo siguió aumentando incluso cuando la sequía fue declarada en el año 2006. Desde entonces, las cosas han cambiado: las actitudes han mejorado gradualmente y han adoptado comportamientos más responsables. Esto es particularmente cierto para los agricultores, que se han desplazado gradualmente del cultivo de cereales intensivo y la ganadería en favor de los cultivos que requieren menos riego. De hecho, la creciente escasez de recursos de agua es tal que el gobierno federal ha introducido un sistema de mercado de derechos de acceso, lo que permite una mejor gestión de las reservas de agua al tiempo que alienta a los agricultores a convertir sus cultivos. Este nuevo mecanismo ha permitido a muchos operadores a cultivar productos como las vides de uva - que son menos intensivo del agua que el maíz o arroz - y revender el agua no utilizada a las autoridades locales o los agricultores vecinos. Hoy en día, la diversificación de cultivos es visto como un requisito previo para la supervivencia de los agricultores.