En 2013 se sentaron las bases para el cambio inercial que se dará en este este año en el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex). De esta forma se avanzará en tres aspectos básicos como son proveer agua en cantidad suficiente a toda la población, garantizar la calidad del vital líquido y la sustentabilidad.

Ramón Aguirre Díaz, director general del Sacmex, destacó la importancia de dotar de agua a las personas de la capital del país, debido a que ésta es la “única megaurbe que se encuentra a dos mil 200 metros sobre el nivel del mar”, por lo que las soluciones para abastecer de agua deberían ser muy difíciles, pero “no lo han sido”.

En entrevista con El Financiero, el funcionario dijo que no minimiza los trabajos que se han hecho en la construcción de infraestructura del sistema Cutzamala, así como Lerma, pero, aclaró, estos sistemas no representan ni siquiera 50 por ciento de abastecimiento de agua del DF.

Aseguró que el otro 50 por ciento de agua para la capital del país se obtiene por un “elemento circunstancial”: la porosidad del subsuelo, es decir que la composición del suelo en la ciudad de México es tal que donde se perfore un pozo, se pueda sacar agua.

Esto, dijo, es positivo porque “nos permite resolver muchos problemas”, pero la realidad es que se extrae más agua de los acuíferos de lo que puede ser su recarga natural. Describió que los acuíferos, a diferencia de lo que la gente cree, no son ríos subterráneos, sino una especie de “presa” que se encuentra entre los “intersticios” –huecos– que hay en el subsuelo.

“Nosotros tenemos abajo del suelo de la ciudad de México una presa subterránea que estuvo recibiendo agua durante miles de millones de años y en unas cuantas décadas estamos agotándola; necesitamos revertir esa situación y plantear un proyecto de enormes magnitudes, que es precisamente avanzar hacia la sustentabilidad del servicio”, dijo.

Aguirre Díaz dejó en claro que por sustentable se debe entender que el agua no se agote, que sea de fuentes permanentes que no estén sujetas a su agotamiento. Esto, sostuvo, es un gran reto.

Recordó que en el año pasado, en el mes de noviembre, los gobiernos capitalino y federal firmaron un pacto para tener una nueva fuente de abastecimiento para la ciudad de México, concretar los estudios del pozo profundo –acuíferos profundos del Valle de México– y los acuerdos de apoyo de eficiencia interna.

Mencionó que 2013 fue un año para sentar bases sólidas de un trabajo a largo plazo, y para este año se llevará a cabo la participación pública en la ejecución de obras concretas en materia de agua potable, como la construcción de 14 plantas potabilizadoras y la rehabilitación de cinco plantas más para garantizar el abastecimiento para todo la ciudad con una inversión superior a mil millones de pesos.

Además, hay un proyecto para construir dos plantas de tratamiento y ampliar la capacidad de cinco plantas más para poder dotar de agua residual tratada a aquellos usos que no requieren agua potable, pero que sí demandan el líquido tratado.

Las fugas, grave problema

El funcionario afirmó que en la capital del país, el grave problema del agua se da en las fugas, pero no en aquellas que se notan, sino en las cientos de miles de pequeñas fugas donde no se ve el líquido. “La única forma de resolver este problema es cambiando miles de kilómetros en tuberías”.

Sin embargo, dijo que por lo caro y por lo que conllevaría hacer esto, se está optando por la instalación de medidores de agua, con la finalidad de que las personas se den cuenta que si les llega elevado el pago del servicio es porque tienen fugas en su domicilio.

Anunció, al respecto, que habrá convenio con empresas –licitaciones públicas– para la instalación de estos medidores, cambio de tubos y reparación de fugas a través de un proyecto cercano a los siete mil 500 millones de pesos.

Ejemplificó que las fugas más comunes se da en los llamados “sapitos de los baños”, así como en el desperdicio por uso de lavadoras muy grandes o la riega de jardines.

Al no poder discriminar a la gente que sí ahorra agua contra la que no, es importante la instalación de los medidores a fin de que las personas que sí la cuidan entren en un rango donde la cuota por metro cúbico es muy barata y las que no, por tratarse de una tarifa creciente, pagarán más por su mayor consumo del líquido.

Precisó que las personas que consumen menos significan que la usan para sus necesidades básicas y su uso es responsable, no así aquellas que tienen un consumo de hasta 200 metros cúbicos, donde se ve un claro exceso y desperdicio y, por ello, se debe sancionar.

Sostuvo que el agua es un bien escaso y que no se puede regalar cuando los consumos sean irracionales.