El agua destinada a los hogares de distintas zonas de la Ciudad de México no es potable en su totalidad, por lo que amplios sectores de la población padecen enfermedades gastrointestinales, que afectan en especial a niños de entre dos y cuatro años de edad, según Flor López Guerrero, investigadora del Instituto de Geografía (IG) de la UNAM.
A raíz de su investigación, la experta detalla que en la periferia urbana, la calidad en el suministro de agua es deficiente y las condiciones de pobreza y marginalidad hacen que la población no vaya al médico , acentuando el problema.
Además de la mala calidad del líquido, López Guerrero asocia que mucha gente no dispone del recurso en cantidad suficiente para hacer limpieza personal, como lavado de dientes y baños de cuerpo entero a diario.
Sumado a esto, la investigadora estima que parte de la población aún carece de drenaje, que suple con hoyos negros, letrinas o fosas sépticas, ocasionando enfermedades de la piel o de los ojos que dañan, en particular, a infantes de entre cero y cuatro años.
En su análisis, explica que las delegaciones centrales como Benito Juárez, Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo y Venustiano Carranza, tienen un buen suministro de agua.
Caso contrario ocurre en Tláhuac, Tlalpan, Iztapalapa, Milpa Alta, Xochimilco y Magdalena Contreras, donde se experimentan graves carencias, “El 77 por ciento de los pobladores de estas delegaciones no reciben nada, por lo que deben recurrir a otras fuentes de abastecimiento, como carros cisterna, pipas o animales de carga para acarrearla de otros puntos y almacenarla”, señaló.
Ante la crisis, la investigadora de la UNAM sostiene que se debe regular el crecimiento, ahora vertical, de la urbe; monitorear las tomas y ventas clandestinas, y atender con eficacia las fugas, causantes de la pérdida del 40 por ciento disponible.