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Noticias Nacionales - Junio 2014


16 de junio de 2014

Día mundial de la lucha contra la desertificación y la sequía

 

Alejandro Armenta Mier

La desertificación es una cuestión mundial con graves consecuencias para la seguridad de los ecosistemas, la erradicación de la pobreza, la estabilidad socioeconómica y el desarrollo sostenible a nivel mundial.

Según la Convención de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificación (UNCCD) no existe un proceso lineal de causa-efecto que permita explicar completamente la desertificación. Sin embargo se han detectado dos motores principales: las variaciones climáticas –que tienen que ver con la baja humedad del suelo, los patrones de precipitación cambiantes y con la elevada evaporación- y las actividades humanas –que se refieren a la sobreexplotación del suelo por la actividad agrícola, el sobrepastoreo, la deforestación, el uso de sistemas de irrigación inadecuados, las tendencias del mercado e incluso, las dinámicas sociopolíticas-.

 A nivel mundial, más del 30% del total de los suelos es árido y de éste, el 30% está degradado y es especialmente susceptible a la desertificación. Según la UNCCD, el 12.1% de la superficie terrestre del planeta corresponde a zonas áridas; 17.7% a zonas semiáridas y 9.9% a subhúmedas secas.

Según el informe GEO 4, unos 2 mil millones de personas dependen de los ecosistemas en las zonas secas y el 90% de ellas vive en los países en desarrollo.

De acuerdo a la ONU, las personas pobres que viven en zonas de tierras secas tienen que hacer frente a múltiples problemas de pérdidas de ingresos, inseguridad alimentaria, deterioro de la salud, sistemas de tenencia de la tierra inseguros y derechos de acceso a los recursos naturales, y falta de acceso a los mercados. Por lo que a menudo, las escasas oportunidades de subsistencia los obligan a migrar a zonas no afectadas por la desertificación en busca de una vida mejor.

En 1995, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas proclamó el 17 de junio como el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía invitando a todos los estados miembros de las Naciones Unidas a que dedicaran este día a sensibilizar a la opinión pública y crear conciencia respecto de la necesidad de cooperar en el plano internacional para luchar contra la desertificación, los efectos y riesgos de la sequía además del combate a la escasez de agua en las tierras secas.

Sin olvidar la importancia de mantener suelos saludables como parte del mensaje de la Agenda de Desarrollo Post-2015, siendo el objetivo principal de la Agenda  brindar recomendaciones sobre la creación de un nuevo marco global de desarrollo posterior a 2015, fecha límite para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

De igual forma, se integró la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y la Sequía -de la que forma parte México- teniendo por objetivos estratégicos el mejorar las condiciones de vida de las poblaciones afectadas; mejorar las condiciones de los ecosistemas afectados; generar beneficios globales a través de la implementación eficaz de la propia Convención y movilizar los recursos para respaldar la implementación eficaz de la Convención a través de la creación de alianzas eficaces entre los actores nacionales e internacionales.

Particularmente en el continente africano, donde las tierras áridas que son vulnerables a la desertificación o afectadas por ésta, ocupan prácticamente el 43% de la región. Se ha previsto que para 2025 se perderán las dos terceras partes de las tierras cultivables en África, por lo que sólo alcanzaría a alimentar al 25% de su población. Además de que la mitad de las tierras de cultivo de África quedarán fuera de uso para el año 2050.

Para abril de 2013, 168 países se encuentran afectados por la desertificación. Cada año, 75 billones de toneladas de suelo fértil se pierden por la degradación de la tierra. Asimismo, 12 millones de hectáreas de tierra desaparecen cada año por la desertificación y la sequía, un área que podría producir 20 millones de toneladas de granos (INEGI).

El 70 por ciento de las tierras secas de todo el mundo están degradadas, lo que equivale a 3 mil 600 millones de hectáreas. En México, ocupan aproximadamente 101.5 millones de hectáreas, poco más de la mitad de nuestro territorio.

Actualmente se estima que el 40 por ciento del territorio mexicano sufre algún grado de sequía, siendo los estados del norte y el noroeste los más afectados; sin embargo, debido al cambio climático, la región central también se ha visto afectada.

Siendo las consecuencias más importantes de la desertificación van desde la disminución en la producción alimentaria, infertilidad y salinización del suelo, reducción de la capacidad de recuperación natural de la tierra, escasez de agua, sedimentación de cuerpos de agua, agravamiento de problemas de salud debido al polvo transportado por el y alteración de los ciclos biológicos, hasta la pérdida de los medios de subsistencia de las sociedades (UNCCD-Zoï, 2011).

Las sequías son consideradas un fenómeno que afecta a más personas que ninguna otra forma de desastre natural, además del más costoso del mundo. Según la FAO (2011) la degradación de la tierra tiene un costo estimado de 40 mil millones de dólares en todo el mundo, sin considerar el aumento de los costos ocultos del uso de fertilizantes, la pérdida de la biodiversidad y la pérdida de paisajes únicos.

Por lo que al verse afectada la producción agrícola, los países como México se han visto en la necesidad de importar alimentos. Siendo importante revisar las políticas hidráulicas, buscar estrategias para optimizar el uso del agua, revitalizar la economía campesina y robustecer las bases del autoconsumo.

Será importante apoyar directamente la labor de los campesinos, redoblar esfuerzos en materia de créditos y de seguros a productores de escasos recursos, pues en México sólo 6% de ellos tiene acceso, dejando al el resto en una evidente desventaja.

De igual manera, se requieren desarrollar planes de contingencia ante las sequias; promover el uso eficiente del agua en las ciudades; fomentar e incentivar el reúso del agua; controlar la sobre explotación de los acuíferos y monitorear el comportamiento de los mismos; promover el uso de cultivos de baja demanda e incentivar la aplicación de técnicas avanzadas de riego; además de impulsar la captación de agua de lluvia, especialmente en la Ciudad de México.


 

 

Fuente:
Alejandro Armenta Mier, 16 de junio de 2014, Día mundial de la lucha contra la desertificación y la sequía. e-consulta.com
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