Las guerras por el agua dejaron de ser un augurio, pues en estos momentos ya las estamos viviendo, manifestó hoy aquí Ricardo Obando Ramírez, de la Coordinadora Nacional Agua para todos, Agua para la vida, de México.

Esta confrontación (por el vital líquido) la podemos ver en países como Chile, Brasil y México, donde las transnacionales pretenden apoderarse del agua y despojar a los pueblos de sus derechos sobre este recurso, dijo a Prensa Latina Obando Ramírez, quien asiste al Foro Alternativo Mundial del Agua (FAMA).

Interrogado acerca de la trascendencia de este encuentro, el también representante de un sistema comunitario de gestión de agua potable señaló que se trata de una actividad muy importante, pues se contrapone al VIII Foro Mundial del Agua, que reúne a empresas y gobiernos interesados en privatizar los recursos hídricos.

Allí, dijo, lo que se pretende es utilizar el agua como mercancía y satisfacer los intereses de los megaproyectos del capital internacional.

En relación con las experiencias que puede aportar México al resto de los participantes en FAMA, Obando Ramírez destacó que en su país la ciudadanía promueve una iniciativa de ley general del agua, pues aunque ésta es reconocida como un derecho constitucional desde 2012 nada se ha legislado aún al respecto.

El Congreso tenía 360 días (a partir de entonces) para promulgar una nueva ley que reemplazara la vigente desde 1992; pero hasta hoy el Estado no ha podido legislar y los ciudadanos nos hemos adelantado a ello, remarcó.

Por otra parte, tenemos en marcha un proceso de capacitación para la gestión comunitaria del agua, una práctica ancestral en México, donde hay más de 50 mil sistemas de este tipo, significó.

El FAMA sesiona paralelamente y como una propuesta contra hegemónica al VIII Foro Mundial del Agua, inaugurado la víspera en esta urbe con la presencia de 14 jefes de Estado, representantes de transnacionales, gobiernos, organización internacionales, académicos y especialistas.

En el llamamiento a participar en el Foro Alternativo Mundial del Agua, los organizadores acusan a las grandes corporaciones de promover un proceso de mercantilización del agua en los moldes usuales del mercado global: lucrar y distribuir dividendos solo entre un reducido grupo de inversionistas.

La mala distribución y la escasez son agravadas ante la apropiación del agua para fines comerciales, subraya antes de catalogar como un contrasentido convertir el vital líquido en una mercancía, pues 'eso llevará al mundo a un futuro todavía más injusto y peligroso'.

En otra de sus partes, la convocatoria enfatiza que el capitalismo también lleva a la pérdida del control social, democrático y comunitario sobre los recursos naturales, convirtiendo derechos en mercancías y limitando el acceso de los pueblos a bienes y servicios necesarios para la sobrevivencia.

Al respecto, advierte sobre la necesidad de construir una nueva cultura del agua, sustentada en valores éticos, ecológicos y culturales, que garanticen la inclusión y la justicia socioambiental, y prevea además la transparencia y participación popular amplia y representativa de los diferentes sectores de la sociedad.