Los propietarios de miles de hectáreas de frutales de las vegas media y alta que dependen del Trasvase Tajo-Segura se encuentran atrapados en «una intranquilidad absoluta» porque no tienen garantizado el agua para mantener sus plantaciones. Denuncian la «pasividad e indolencia» de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) porque a estas alturas aún no están operativos los pozos de emergencia. Sus temores crecen de cara a octubre, ya que no ven respuestas del Ministerio, según se puso de manifiesto en la reunión que mantuvo el lunes la Comunidad de Regantes de Cieza. «La situación es caótica», recalcaron.
Ligadas al campo, miles de empresas del sector agroalimentario de la Región de Murcia y Alicante comparten la misma inquietud. «Los ánimos están cada día más calientes. El otoño va a ser explosivo. El Gobierno aprueba planes PIVE para ayudar a los fabricantes de coches, pero no mueve un dedo cuando se trata de los regantes, a quienes nos trata como si fuéramos de tercera fila», explicaron a 'La Verdad' varios asistentes a la reunión, que prefieren mantener el anonimato. Llevado por la desesperación, uno de los afectados llegó a afirmar en la reunión que había que «limpiar las pistolas» porque se estaban riendo de los regantes.
Muchos tienen todo su patrimonio invertido en sus fincas de frutales, que deben mantener año tras año con nuevas inversiones, a la vez que tienen que atender a sus clientes nacionales e internacionales.
«No le echamos la culpa a nadie del Tajo; lo que queremos son soluciones por parte de la Administración, que para eso está», apostillaron. Sin el agua del Trasvase, esta zona regable depende de pozos de emergencia y de la reasignación de recursos que pueda realizar la Confederación al amparo del decreto de sequía. Tienen lejos las plantas desalinizadoras instaladas en la costa. El área de frutales más afectada es la Zona I del Trasvase, que comprende Cieza y Calasparra, pero también parte de Campotéjar, Abarán, Blanca, Archena y Jumilla. La zona regable que depende de los recursos propios del Segura se está salvando de momento. La pérdida de los frutales significa que habría que arrancar los árboles, volver a replantar y esperar varios años para reanudar la producción.
«La situación es pasmosa. La gente está aburrida de tantas promesas sobre el agua que se han incumplido. No tenemos respuestas. Por si fuera poco, a estas alturas la Confederación Hidrográfica no ha abierto aún los pozos previstos en el decreto de sequía. Siempre nos dicen que falta un papel. El problema puede ser mayor porque la tarifa eléctrica para extraer el agua es más barata en agosto, y si nos vamos a septiembre el agua costará mucho más cara. Ni siquiera son capaces de resolver esto. Sufrimos una impotencia total», remacharon las mismas fuentes.
Sostienen que el Gobierno central no tiene ningún miramiento con los regantes, a diferencia de lo que ocurre con otros sectores, como el del automóvil, para el que se aprueban planes PIVE que permiten subvencionar e incentivar la compra de coches. Consideran que se debe aplicar un plan similar para mitigar los sobrecostes de la sequía: exenciones, rebaja del precio de la energía eléctrica para los bombeos y una tarifa asequible para la desalinización, entre otras medidas.
La inquietud se extiende entre las comunidades de regantes como si fuera un reguero de pólvora porque no ven suficiente garantía de agua a corto plazo. A ello se unen los ataques contra el acueducto Tajo-Segura por parte del gobierno de Castilla-La Mancha. Los regantes no quieren guerras con la comunidad vecina y se atienen a lo que dice la ley para recibir los excedentes que les correspondan desde la cabecera del Tajo. Lo que les solivianta es la falta de respuesta del Ministerio. «La administración hidráulica no está a la altura de las circunstancias. Actúa con una lentitud muy preocupante y hay gente que lo está pasando muy mal», indicaron.