A continuación presentamos las palabras pronunciadas por el Dr. Sergio Alcocer Martínez de Castro, presidente de la Academia de Ingeniería y representante del Presidente Honorario de la Alianza FiiDEM, durante la ceremonia conmemorativa del Día Nacional del Ingeniero 2015 llevada a cabo este 1 de julio en la Ciudad de México.
Muy buenos días, tengan todos ustedes.
Señor licenciado Gerardo Ruiz Esparza, secretario de Comunicaciones y Transportes, ingeniero Gustavo Arvizu Lara, presidente de la UMAI, doctor Enrique Fernández Fassnacht, director general del Instituto Politécnico Nacional, demás integrantes de la mesa de honor, estimados amigos de los medios de comunicación, ingenieras e ingenieros.
Es para mí un honor dirigir estas palabras en nombre de la Academia de Ingeniería de México.
Señor Secretario, sea tan gentil de llevar un saludo respetuoso y nuestro aprecio al Señor Presidente de la República, Enrique Peña Nieto.
Inicio expresando mi más sentido reconocimiento por la labor que cotidianamente hacen los ingenieros a favor de México.
Mucho me enorgullece ser parte de un gremio de mexicanos que ha sabido contribuir con creatividad y compromiso a la construcción de la infraestructura y la industria de nuestro país. No se explicaría el México actual sin la ingeniería mexicana, pública y privada.
Agradezco al ingeniero Gustavo Arvizu su amable invitación. Me precio de conocer la trayectoria profesional del ingeniero Arvizu, y eso me permite estar muy confiado en que la Unión podrá seguir representando dignamente a los ingenieros mexicanos.
El día de hoy, la nación entera celebra a los ingenieros. Como lo señalaba José Martí, “honrar, honra”. En efecto, hoy nuestro país se honra por contar con un gremio de profesionistas capaces y comprometidos que han demostrado satisfactoriamente que saben enfrentar y resolver los enormes retos que el país les ha demandado.
Es momento de celebrar puesto que hemos cumplido con profesionalismo, técnica y calidad frente a las exigencias de nuestro entorno. Hemos sido actores del crecimiento económico, y de la generación de empleo y bienestar de nuestros compatriotas. Y muy especialmente, hemos prestado atención a aquellos que conforman los sectores más vulnerables de nuestra sociedad, incluyendo los que menos tienen. Eso, colegas y amigos, es motivo de orgullo compartido y de satisfacción.
La ingeniería mexicana tiene una larga tradición y sólido prestigio, de ya varios siglos, que debemos recordar para de ahí mejorar e innovar. A quienes no son ingenieros, debemos recordarles que la ingeniería mexicana ha sido capaz de hacer cuando se le ha apoyado y se le ha tenido confianza. Cinco ejemplos de ello, de los años 40 a la fecha son:
- Primero, la infraestructura petrolera de aguas someras, base de la producción de hidrocarburos.
- Los grandes puentes de los años 50 a 70 en los cuales participaron pasantes, que años después, encabezaron las empresas y entidades gubernamentales de la construcción de infraestructura.
- El Metro de esta ciudad, construido por primera vez en el mundo en suelos muy blandos y en zona de sismos con intensidades importantes, así como el desarrollo de la industria automotriz y más reciente el crecimiento vertiginoso de la industria aeroespacial.
Gracias a la ingeniería mexicana contamos con infraestructura que ha conectado comunidades aisladas y ha mejorado los espacios públicos que fortalecen la unidad y comunicación. Gracias a ella contamos, entre otras cosas, con más de 6 millones de hectáreas de riego que proporcionan la mitad de los alimentos del país, 91% de la población con agua potable y 98% de ella con electricidad.
No cabe duda que la ingeniería mexicana no es improvisada, ni reciente.
El Día del Ingeniero nos ofrece la oportunidad idónea para reflexionar sobre la ingeniería mexicana; sobre su presente y, sobre todo, sobre su futuro. Permítaseme, entonces, hacer algunas consideraciones sobre este particular.
En el entorno mundial, son cinco los motores que impulsan a las sociedades contemporáneas:
- La automatización y la abundancia de productos y servicios.
- La globalización de prácticamente todo.
- El cambio climático y la sostenibilidad.
- La demografía.
- La revolución de la comunicación, a través del advenimiento de la sociedad del conocimiento.
Estos factores nos obligan a revisar permanentemente nuestras conductas y objetivos. A ellos debemos sumar la percepción social sobre la deficiente calidad técnica e integridad de la ingeniería mexicana, exacerbada recientemente. Muchos pensamos que esta percepción no corresponde con una realidad más favorable de la ingeniería mexicana.
Esta mala percepción ha afectado al ánimo y a la ambición de nuestros ingenieros, dejando un gremio paralizado, con falta de confianza en sí mismo y quizá sin rumbo. En efecto, como lo he señalado en otras ocasiones, la ingeniería mexicana no pasa por sus mejores momentos.
Ante esta realidad, la ingeniería mexicana requiere urgentemente renovarse y, en varios aspectos, reinventarse. Si no lo hacemos pronto, su deterioro, lamentablemente ya evidente, será acelerado con las consecuencias previsibles.
Empecemos por lo fundamental. Los países avanzados del mundo, con quienes competimos, consideran a la ingeniería como un asunto de soberanía nacional. Son los ingenieros de estos países, y no los profesionales de otras naciones, los que mantienen el control de las decisiones técnicas y económicas de los proyectos.
La ingeniería mexicana requiere de una transfusión de optimismo y de confianza en sí misma y en el futuro, pero sobre todo, y lo resalto, sin caer en la autocomplacencia. Pero eso no basta. Es necesario que las industrias, de las que la ingeniería mexicana es pilar, se transformen para atender las necesidades de una sociedad cambiante, innovando con calidad.
Necesitamos urgentemente definir cómo queremos que sea la ingeniería mexicana de este siglo. Me atrevo a proponer que sea una ingeniería innovadora, competitiva, relevante y protagónica, basada en el conocimiento y la integridad, que promueva un desarrollo social y económico sustentable y equitativo.
Para alcanzar esta visión, debemos echar mano de nuestras asociaciones para desplegar un esfuerzo organizado que, por medio del diálogo y el convencimiento de los sectores involucrados, logremos que los apoyos y los cambios se den.
Con objeto de recuperar nuestra relevancia y protagonismo, en la Academia de Ingeniería de México hemos decidido aportar posicionamientos y propuestas de política pública sobre ocho grandes retos de la ingeniería mexicana que son, en orden alfabético:
- La alimentación y desarrollo rural, en donde en este tema nos interesa aportar conocimiento sobre la seguridad alimentaria del país.
- Competitividad e innovación, por la importancia que requieren estos dos temas para el futuro de la economía y, finalmente, el desarrollo del país.
- En la educación en la investigación en ingeniería, en donde debemos atrevernos a cambiar paradigmas en la formación de los ingenieros.
- En la energía y la sustentabilidad, con grandes retos en la formación de profesionistas, especialmente ingenieros, y en los cuales la Academia de Ingeniería ahora funge como el Secretario Técnico del Observatorio de Talento del Programa Estratégico de Formación de Recursos Humanos del Sector Energético a solicitud de la Secretaría de Energía.
- En la infraestructura, transporte y ciudades, en donde para estas últimas la Academia está preparando una propuesta sobre cómo debe ser la ingeniería de las ciudades del futuro de nuestro país.
- Manufactura y servicios, reconociendo que el 90% de las exportaciones de México son precisamente del sector manufacturero, un sector cada vez más integrado a la región de América del Norte.
- El de recursos naturales y cambio climático, en donde señaladamente se encuentra el agua, un recurso natural fundamental como sabemos, y que su ley requiere de una revisión y de una actualización.
- Y en el tema de salud, en donde cada vez más los procesos de solución de las enfermedades requieren de la intervención de procesos más sofisticados en donde los ingenieros son fundamentales.
Además de esto, en la Academia estamos trabajando en diversas propuestas sobre la planeación y desarrollo de proyectos de obra pública, de modo que su ejecución sea más eficiente, eficaz y transparente.
Para renovar nuestra ingeniería, resulta entonces urgente trazarnos un plan de trabajo, una hoja de ruta que guíe nuestra práctica. Al respecto, me permito sugerir algunos puntos que considero relevantes:
- El primero es que necesitamos establecer una cultura de la innovación en la formación de nuevos ingenieros, que se actualicen planes y programas de estudio, para que incorporen nuevos sistemas de pensamiento y enseñanza, preparen a los egresados de manera rigurosa para seguir aprendiendo toda la vida en un escenario de cambio tecnológico acelerado y, al mismo tiempo, se proporcionen las bases para analizar y replantear las políticas públicas. Un primer paso se ha dado en el sector energético, como comentaba, pero quedan los otros por atender.
- Las empresas de ingeniería, segundo punto, requieren realizar cambios para competir en el ámbito internacional. Necesitamos estimular en ellas la inversión en la preparación del personal técnico como parte esencial de sus actividades cotidianas. La formación básica se adquiere en las aulas; los ingenieros se hacen en la práctica de todos los días. Asimismo, se requiere que las empresas cuenten con los estímulos y certidumbre del trabajo para que inviertan en herramientas científicas y tecnológicas de última generación. Sólo las empresas mejor preparadas tendrán mayores probabilidades de éxito.
- El tercero y último punto que propongo es que el gobierno necesita fortalecer la capacidad técnica de las instituciones públicas, así como destinar más recursos con mayor oportunidad para la infraestructura. El gobierno debe promover en forma decidida y continua el fortalecimiento de las empresas mexicanas. Esta medida es consistente con la práctica de los países más avanzados con los que competimos. Asimismo, es necesario establecer las condiciones para una vinculación efectiva entre la academia, la iniciativa privada y el sector público, que facilite la participación conjunta en el diseño y ejecución de los proyectos, en la formación de talento, así como en la innovación tecnológica.
- Cuarto, en el ámbito de la contratación de infraestructura pública se necesitan, en mi opinión, tres cosas:
- Establecer un sistema de planeación integral de mediano y largo plazos tal que permita tener un banco de estudios y proyectos.
- Simplificar los procesos de contratación y ejecución, así como promover la justipreciación de la ingeniería de proyecto.
- Modernizar los procesos de auditoría y de solución de controversias.
- Quinto, en este esfuerzo conviene fortalecer la vinculación de escuelas, empresas e instituciones gremiales con sus contrapartes en otros países. Aprendamos y asimilemos de ellos, pero también compartamos nuestro saber.
- Y, finalmente, urge diseñar y operar un programa de comunicación social para revertir la injusta imagen en la población sobre la calidad, la capacidad y la ética de la ingeniería mexicana.
Apreciado Señor Secretario, colegas ingenieros, señoras y señores.
Si queremos que el presente y el futuro de la ingeniería mexicana sean exitosos, su práctica deberá de estar basada en la calidad y la innovación. En estos dos conceptos subyacen tanto un sentido de urgencia, como valores como la honestidad, la ética profesional y el compromiso social. En ello debemos de estar unidos y abiertos al debate, a las nuevas ideas. Así, habremos de ser capaces de crear riqueza y bienestar comunitario, de reducir las disparidades sociales, y de darle poder a quienes están en desventaja. Contamos con un amplio inventario de instituciones que hemos forjado y administrado de buena manera. Urge fortalecerlas.
La industria mexicana cuenta ya con un amplio número de empresas de alcance mundial. La globalización ha permitido que muchas de ellas sean competitivas en mercados extranjeros y que ganen proyectos significativos. Hay oportunidades para que la ingeniería mexicana juegue un papel destacado en el mundo, y las debemos de tomar. Nuestra fuerza está aquí mismo, entre nosotros. Nuestra fuerza reside en los recursos humanos con los que contamos, en nuestro propio talento.
Finalmente, Señor Secretario, con la ocasión que representa el Programa Nacional de Infraestructura para el país, estoy persuadido de que el futuro depara grandes oportunidades y satisfacciones para la ingeniería mexicana y sus ingenieros. Los ingenieros mexicanos hemos sabido responder en tiempos difíciles. Estoy seguro que lo haremos una vez más sin renunciar a los valores que nos distinguen y con actitud renovadora. México necesita a sus ingenieros y a una ingeniería mexicana sólida y competitiva.
Enhorabuena, ingenieros. Muchas felicidades. Muchas gracias.