Un derrame de petróleo en el oleoducto Keystone ha disparado la alarma en Dakota del Sur.
El jueves 16 de noviembre se calculó que en ese estado norteamericano se habían derramado unos 210,000 galones de crudo.
TransCanada, la compañía que opera el oleoducto, informó que cerró la tubería y que está investigando la causa del derrame. Recalcó que la seguridad del público y del medio ambiente son sus prioridades.
¿En serio?
Según un cable de Associated Press, Brian Walsh, un científico del Departamento de Medio Ambiente y Recursos Naturales de Dakota del Sur, dijo que los funcionarios del gobierno no creen que el derrame haya afectado ninguna masa de agua en la superficie ni que haya amenazado los sistemas de agua potable del estado.
Pero no basta con que lo crean: tienen que darnos más seguridad que esa afirmación. Un derrame de 210,000 galones de petróleo en el medio ambiente es una amenaza ecológica considerable. Es un accidente alarmante.
También es alarmante que bajo el gobierno del presidente Donald Trump, los Estados Unidos estén dando marcha atrás en la batalla contra la contaminación, generadora del cambio climático.
El oleoducto Keystone forma parte de la gigantesca tubería de 2,687 millas de largo que iría desde Canadá hasta el Golfo de México, el oleoducto Keystone XL. En marzo, el presidente Trump otorgó un permiso federal al proyecto. Organizaciones ecologistas como el Sierra Club han afirmado que el enorme oleoducto constituye una amenaza seria para el medio ambiente. Pero al multimillonario que reside en la Casa Blanca y a los representantes de la plutocracia norteamericana en el Congreso les importa poco el azote ya palpable del cambio climático.
En vez de promover el uso de energías alternativas que no contaminan, quieren seguir quemando petróleo, envenenando la atmósfera. Trump incluso desea revivir la industria del carbón, una actividad decimonónica de devastadoras consecuencias para el clima y para la gente.
El derrame en el oleoducto Keystone es solo un avance de lo que nos espera si seguimos votando por políticos irresponsables que piensan más en las ganancias inmediatas de los adinerados que en el bienestar de la mayoría.