Durante milenios el agua fue un elemento importante en la imagen urbana y el diseño de las ciudades, con un espacio determinado en la ciudad, a través del cual se expresaba, mediante elementos arquitectónicos y paisajísticos específicos, la complejidad para lograr su abastecimiento y drenado. Tal es el caso de urbes emblemáticas como Venecia, donde en cada plaza hay un pozo desde el que se podía obtener el agua de lluvia. O de sitios como Fatehpur Sikri, donde fuentes, canales y espejos de agua tejen una red que no solo determina la estética del sitio, sino que fácilmente se puede seguir hasta encontrar la detallada construcción de una cisterna capaz de almacenar agua para abastecerlo. A través de los tiempos se han desarrollado lenguajes de diseño complejos para darle forma al almacenamiento, la distribución, la recolección y el drenado del agua.

Sin embargo, durante los últimos dos siglos la arquitectura del agua ha quedado paulatinamente olvidada. El desarrollo de tecnologías de distribución y drenado ha hecho que los seres humanos con acceso al agua y alcantarillado a través de sistemas hidráulicos desconozcan la dificultad y esfuerzo necesarios para su funcionamiento. La forma de la ciudad ya no habla sobre la complejidad o facilidad para acceder y drenar el líquido. Al contrario, las urbes contemporáneas están diseñadas para ocultar los sistemas que hacen posible obtenerla y desecharla.

La Cuenca de México, como muchas otras, merece la transformación de sus espacios públicos en infraestructuras hídricas capaces de retener, infiltrar y almacenar agua pluvial, y de tratar y distribuir agua residual. Al respecto, se han planteado algunas propuestas pioneras como el Parque Hídrico Quebradora. Sin embargo, la necesidad de actuar de manera rápida para dar solución a los problemas de abastecimiento no ha permitido que se desarrolle un lenguaje arquitectónico y paisajístico claro, potente y viable, que sustente la función de abastecimiento, infiltración y tratamiento, al mismo tiempo que posicione al agua como un elemento esencial del tejido urbano, restaurando una relación armónica entre ésta y los ciudadanos.

Se propone un análisis profundo del contexto ambiental, urbano, cultural, social y político, mismo que debe alimentar y respaldar una gestión paralela del agua. Cada planteamiento hablará de un lugar geográfico específico, resolviendo problemáticas particulares y representando a comunidades determinadas. Se manifiestan proyectos visibles, que evidencien las condiciones hidrológicas durante las diferentes estaciones: estiaje y lluvias. En este sentido, las intervenciones se convierten en referente para determinar la disponibilidad de agua, además de ser espacios capaces de dotar del recurso a los vecinos, amortiguar el exceso y tratar y reutilizar agua residual, entre otros. Estas propuestas apuestan a la necesidad de devolver la imagen del agua a la ciudad a través de las herramientas que proporciona el diseño y posibilitando el diálogo entre la urbe, el paisaje, la arquitectura y el agua.

Coordinadora: Mtra. Loreta Castro Reguera Mancera - - -

Datos de contacto Correo electrónico: - Tel. - LinkedIn Twitter: @loretacrm

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