Ottawa, Un exasesor del primer ministro Stephen Harper criticó a Canadá por promover la construcción del oleoducto Keystone XL en Estados Unidos y lo calificó de país hipócrita en materia medioambiental.

A juicio de Mark Jaccard, las autoridades de Ottawa acelerarán el cambio climático si insisten en instalar esa tubería para llevar 830 mil barriles diarios de crudo desde las arenas alquitranadas de la provincia de Alberta hasta refinerías del sureño estado de Texas con capacidad para depurar el bitumen.

"Es necesario reducir entre 75 y 50 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero hacia 2050 para evitar que suba la temperatura del planeta en dos grados centígrados. Esa meta sería inalcanzable con un oleoducto de este tipo", dijo el economista en una conferencia sobre el tema.

Asimismo, urgió al gobierno de Estados Unidos a vetar el proyecto de manera definitiva.

Jaccard fue asesor de Harper en temas ambientales y dirigió la extinta Mesa Redonda Nacional sobre Medioambiente y Economía, la cual advirtió que los costos económicos del calentamiento global para Canadá pueden ascender a cinco mil millones de dólares en 2020 y llegar a 43 mil millones en 2050.

Con sus declaraciones se suma a la campaña de organizaciones ecologistas y sociales de ambos países norteamericanos ante los esfuerzos de Ottawa para convencer a la Casa Blanca de los supuestos beneficios del canal, conseguir apoyo y refutar las críticas.

Políticos canadienses aumentaron sus visitas a Washington en los últimos meses porque la administración del presidente Barack Obama debe tomar una decisión definitiva antes de fin de año.

Expertos alertan que el Keystone XL perjudicará el entorno porque la producción petrolera en suelo bituminoso genera tres veces más gases de efecto invernadero, destruye áreas boscosas y consume grandes cantidades de agua dulce.

También precisan que tampoco tendrá tantos beneficios económicos como dicen sus promotores, pues anclará la dependencia en los combustibles fósiles.

Pero el Partido Republicano de Estados Unidos, la industria del petróleo, algunos sindicatos y el gobierno canadiense defienden el proyecto con el argumento de que creará 20 mil empleos en las dos naciones, impulsará sus economías y aliviará la importación del crudo desde el Medio Oriente.