Muchos ecuatorianos han degustado tilapia frita, en especial en la región Costa, o una trucha asada (que se prepara en varias partes de la Sierra). Estas son especies de peces de agua dulce que fueron introducidas al país.

Su llegada ha dejado impactos negativos en los ecosistemas locales, especialmente en la afectación de la ictiofauna (conjunto de especies de peces que existen en una determinada región) nativa y su entorno, indica el biólogo Kelly Swing en el libro Los secretos del Yasuní, que incluye las investigaciones realizadas en la Estación de Biodiversidad Tiputini –un pedazo de selva que tiene en comodato la Universidad San Francisco de Quito hacia el noroeste del Parque Nacional Yasuní–.

Un ejemplo común de introducción en los países andinos, según Swing, ha sido la trucha arcoíris de Norteamérica (Oncorhynchus mykiss). En cambio, en las zonas bajas, la Tilapia mossambica (Oreochromis mossambicu) fue traída desde África. Esta es oportunista porque se escapa al ambiente endémico fácilmente.

Swing sostiene que debido a la poca información que se posee sobre las especies de peces de agua dulce más pequeñas que no tienen valor comercial, se permite la importación de especímenes que pueden ser destructivos. “Muchas especies (nativas) tienen rangos muy limitados y esta evaluación requiere fondos para viajar... Deberíamos reconocer que un gran número de especies son sumamente vulnerables por ocupar una sola cuenca... en regiones remotas. Las distribuciones específicas hacen costoso... compilar datos confiables”, afirma vía email.

Con esto concuerda Windsor Aguirre, profesor de Ciencias Biológicas de la Universidad DePaul en Chicago, Estados Unidos, quien participa de varias investigaciones de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), y, además, señala que no existen recursos, investigaciones ni estudios suficientes sobre sus hábitats y comportamiento.

“Se le da prioridad a la pesca marina en Ecuador. Especialmente en la Costa, la mayoría de peces de agua dulce es para consumo local y es una prioridad social porque la gente la utiliza como una fuente de proteína... En el Oriente, la dificultad es el acceso a sitios. En la taxonomía hay una diversidad enorme de peces, inclusive a nivel de Latinoamérica todavía se está resolviendo... a nivel mundial existen cerca de 30 mil especies (incluidas las marinas)”, dice.

A estos factores también se sumarían las actividades extrativas (explotación minera y petrolera) y el uso de la tierra para sembríos, lo que genera contaminación de las aguas, afirma Paola Calle, subdecana de la Facultad de Ciencias de la Vida de la Espol: “Hemos realizado investigaciones sobre la calidad del agua en ciertos ríos en las provincias del Guayas, Los Ríos, existe presencia de pesticidas, de metales pesados y esto genera que la cantidad de peces disminuya, se alejen, los pescadores lo confirman”.

El pésimo manejo de los desechos sólidos, aguas servidas e industriales genera complicaciones para ríos y océanos convirtiéndose un problema de salud pública, indica Calle: “Hay que mejorar y desarrollar plantas de tratamiento para reducir la afectación del hombre, si seguimos así el futuro de la humanidad será complicado”.

Aunque en el país no existe pesca de agua dulce a gran escala, en algunos lugares la cosecha de estas especies incluye el uso de redes para arrastre, anzuelos, electricidad lo que causaría una afectación a las mismas, sostiene Swing.

En los ríos de la Amazonía, en América del Sur, hay alrededor de tres mil especies de peces. En los de Ecuador se han documentado 951, según una publicación de 2012 del especialista Ramiro Barriga, que representan el 7.8% de las especies de agua dulce del mundo. Solo en el Yasuní se han identificado cerca de 400. El problema es que no hay un diagnóstico de su estado de conservación, como en el caso de los mamíferos, anfibios, reptiles, aves y plantas endémicas (libros rojos).