El 7 de diciembre de 1972, cuando la nave espacial Apolo 17 estaba a unos 45 mil kilómetros de distancia de la Tierra, en ruta hacia la Luna, uno de los tres astronautas a bordo (formaban la tripulación el comandante Eugene A. Cernan, el geólogo y piloto del módulo lunar Harrison H. Schmitt y el piloto del módulo de mando Ronald E. Evans), tomó una bellísima y espectacular fotografía de nuestro planeta.

La reproducción le dio la vuelta al mundo y es, al día de hoy, la más publicada de la Tierra vista desde el espacio. The Blue Marble (La Canica azul) fue el nombre que le puso a la gráfica la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), organismo que poco después obtuvo una imagen tridimensional del planeta, sin nubes.

Esa canica azul es actualmente el hogar de alrededor de siete mil 500 millones de seres humanos; surgió hace aproximadamente cuatro mil 571 millones de años, en el curso de los cuales ha evolucionado hasta lo que llamamos civilización moderna. Pero este florecimiento de la evolución humana conlleva una paradoja: hace décadas que amenaza con la extinción del planeta Tierra.

De acuerdo con especialistas, en los últimos 40 años, 30% de las regiones naturales de nuestro planeta han sufrido daños irreversibles. En tanto, ha crecido 50% la presión de la población mundial sobre los recursos naturales y el ambiente. Se calcula que en la actualidad cada segundo desaparecen cinco mil metros cuadrados de bosques y se reducen gravemente los acuíferos, a grado tal que cerca de cuatro mil millones de seres humanos carecen de agua potable. Avanzada la segunda mitad del siglo XX se agravaron los síntomas del problema que ahora, en la segunda década del siglo XXI, preocupa a miles de millones de seres humanos en el mundo.  

Un senador demócrata por Wisconsin (EU), el activista ambiental Gaylord Anton Nelson, que habría de ser gobernador de esa entidad, fue el primero en promover la creación de una agencia climática estadounidense.

A la iniciativa de Gaylord, pronto se sumaron dos mil universidades, diez mil escuelas de enseñanza primaria y secundaria, así como agrupaciones diversas que celebraron su primera manifestación pública ese miércoles 22 de abril de 1970. Se calcula que 20 millones de estadunidenses se desplazaron ese día por calles y plazas públicas en demanda de un ambiente saludable y sustentable.

El gobierno del republicano Richard M. Nixon cedió ante la presión social y constituyó la Agencia de Protección Ambiental (Environmental Protection Agency), reforzada por leyes reglamentarias, con el propósito inequívoco de emprender la protección del medio ambiente. Los movimientos ambientalistas se reprodujeron en diversas partes del mundo. Dos años después, en 1972, se realizó la primera Cumbre de la Tierra en Estocolmo (Suecia). Aquella primera conferencia internacional sobre el medio ambiente, tuvo un impacto positivo: creó conciencia en líderes, organizaciones políticas y sociales del planeta sobre la gravedad de los crecientes problemas que amenazan su existencia. Quedó instituido el Día Mundial de la Madre Tierra.

A la Cumbre de Estocolmo siguió la creación de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) en Estados Unidos, y la aprobación de más leyes en beneficio del aire y el agua limpia, y la conservación de especies en peligro de extinción.

Hoy viernes 22 de abril, cuando en todo el orbe celebramos el Día Internacional de la Madre Tierra (resolución A/RES/63/278 de la Asamblea General de la ONU), aún queda mucho por hacer. Persisten las amenazas y los intereses del mundo industrial: la capa de ozono que envenena la atmósfera terrestre, la lluvia ácida, millones de toneladas de residuos y desechos sin tratamiento adecuado, contaminación de suelos por plaguicidas y desechos petroleros, 25 mil especies de animales y plantas en peligro de extinción, deterioro de la calidad del aire por la emisión de gases contaminantes, contaminación de las aguas, crecimiento explosivo de la población mundial a un ritmo de 80 millones de seres humanos cada año…

Respetemos los acuerdos internacionales. Aportemos. Cuidemos. Salvemos nuestro hogar. Mantengamos luminosa la canica azul.

Presidente de la Academia Nacional de Historia y Geografía de la UNAM