Devolver su cauce al agua: de sentido común

13-Octubre-2010
En el curso del próximo mes, de acuerdo con el fallo emitido por un juzgado federal, la mayor parte del cauce del “Arroyo del Cuatro” deberá quedar libre de obstrucciones, pues cinco de los ocho propietarios de predios que han construido bardas sobre el mismo han perdido ya los amparos que promovieron.

Se trata de la corrección de una pifia histórica y de una medida con la cual se revierte un error que, pese a costarle mucho a mucha gente, parece que a algunos les cuesta trabajo entender.

Porque, si bien está claro que a nadie puede negársele la defensa de sus derechos, también está claro que el haber construido sobre el cauce de éste y otros arroyos es la causa por la cual diferentes zonas de la mancha urbana de Saltillo sufren inundaciones periódicas.

Quienes realizaron las obras y quienes viven allí lo saben y deberían tenerlo muy claro: la solución pasa, en primer lugar, por retirar las construcciones del cauce natural del agua de lluvia que, si bien sólo utiliza éste unos pocos días al año, lo requiere permanentemente libre.

El alcalde Jericó Abramo Masso ha advertido con acierto que el problema de fondo no se resolverá sino hasta que se construya un colector pluvial y con ello se logre el rápido desfogue del agua de lluvia.

Sin embargo, el que los arroyos creados históricamente por las corrientes pluviales se mantengan libres también constituye una parte relevante de la solución y por ello es importante que las obras realizadas en dichos cauces por la administración municipal puedan ser concluidas.

Sería de esperarse que quienes construyeron indebidamente en dichas áreas no exigieran ser vencidos en un juicio para asumir lo evidente: que ellos cometieron el error original y por ello deben asumir las consecuencias de una decisión equivocada.

Sería de esperarse también que los fallos emitidos en los juicios señalados sirvieran de precedente para que, de forma voluntaria, todos aquellos que se encuentran en la misma situación decidieran demoler -o permitir la demolición- de las construcciones que obstruyen el paso del agua en todos los arroyos de Saltillo.

Se trataría no solamente de un gesto que la comunidad reconocería, sino de un acto de racionalidad mínima, pues los propietarios de los inmuebles que se ubican en zonas inundables son los primeros perjudicados cuando las lluvias generan caudales que sólo mediante la existencia de cauces libres pueden seguir su camino al mar.

Por lo pronto, habrá que reconocer que la administración municipal ha incurrido en un acierto destacable al emprender una batalla legal que le permita a la ciudad reducir un importante riesgo provocado por la negligencia de administraciones anteriores y por la falta de compromiso de desarrolladores inmobiliarios que han colocado por encima de la seguridad colectiva su interés económico.

Fuente:
13 de octubre de 2010, Devolver su cauce al agua: de sentido común. Vanguardia
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