Los habitantes del Predio 26 ya están acostumbrados a vivir sin agua corriente entubada. En cuanto llegan las pipas destapan sus tinacos, tambos y cubetas para almacenar el líquido.
Una reducción en el caudal que llega a esta zona de la ciudad, como la que se lleva a cabo en estos días a causa de los trabajos de mantenimiento del Sistema Cutzamala, genera una entrega más espaciada.
Así ocurre desde hace 17 años en ese aislado lugar de la colonia Ampliación Polvorilla, en Iztapalapa. El predio Unión de Colonos 26 de Julio, ubicado en la calle Camino al Progreso 51, resguarda a 142 familias, una de ellas es la de Marcelina Guzmán. La delgada mujer lleva cinco años viviendo ahí con su esposo y sus tres hijos. Ayer sólo le quedaba una cubeta con agua, que utilizó para bañarse junto con su bebé.
Durante ese lustro, cuenta, siempre ha sufrido la misma situación: llegan cinco o seis pipas al día, vacían el agua y se van, lo que resulta insuficiente para la cantidad de personas que viven en el lugar. Marcelina a veces llena sus tambos cada tercer día. Debido al desabasto de agua, ella aprendió a lavar ropa y trastes y a bañarse con poca agua.
Lucha por el líquido
La primera pipa que se dirige al Predio 26, donde vive Marcelina, es conducida por Ulises Vargas, de 30 años. Entre mayo y junio del año pasado, él fue secuestrado en dos ocasiones por personas del Frente Popular Francisco Villa.
Se dirigía a la 26 de Julio cuando 200 personas de un predio cercano, y mucho más grande, le cerraron el camino. Mientras conduce ferozmente el camión de 10 mil litros a la Ampliación Polvorilla, recrea el momento: “Iba en el camino y se me atravesaron con palos, machetes y todo, personas que son de los ‘Panchito Villa’. Se subieron al camión y me tuve que ir con ellos a su campamento. Querían el agua”.
Cuando regresó, agrega, sus supervisores no le creían nada, “hasta que llegó otro compañero al que también habían secuestrado”. Ambos sufrieron las consecuencias de la lucha por el agua. El pipero con facha de metalero, ya se encuentra a medio camino. Salió de la planta de rebombeo ubicada dentro del Panteón Civil de San Lorenzo, uno de los puntos utilizados para abastecer a los camiones que llevan agua a Iztapalapa.
En el lugar se encuentra Teresa, representante del predio 26 de Julio. Fue al sitio para cerciorarse por qué las camiones no habían llegado. “Las familias nos abastecemos de cinco pipas diarias, con un promedio de dos tambos por familia. Somos de los más afectados, porque si no entran las pipas no tenemos agua”, expresa con angustia.
La planta estaba parada. Su potencia cayó en un 50%. El problema fue una fuga en el pozo 9, explica Jorge Ortiz, operador de la planta desde hace 20 años.
Después de media hora de camino, el pipero llega al predio 26. Apenas llena tres tinacos, de cinco familias, cuando el estanque del camión ya está vacío. “No damos abasto”, comenta de vuelta Ulises, con cierta preocupación “y apenas comienza la temporada de calor”.