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Noticias Nacionales - Octubre 2012


1 de Octubre de 2012

Las últimas gotas

 

Jesús Peña

Especialistas e historiadores piden a ciudadanos y funcionarios, asomarse al pasado para tomar acciones urgentes contra la sobreexplotación en la Región Sureste

Saltillo, Coahuila. El valle de Saltillo, que antaño fuera un oasis rico en manantiales, ciénegas y ojos de agua, tesoros que motivaron la fundación de esta ciudad en 1577 y fue la cusa de guerras entre españoles y tlaxcaltecas, está a punto de secarse.

Con base en reportes de la Comisión Nacional del Agua en Coahuila (CONAGUA), se sabe que hoy las cuatro zonas principales que abastecen a la metrópoli, Loma Alta, Zapalinamé, Sur y Carneros, se encentran sobreexplotadas.

Y lo que es más, de acuerdo con fuentes cercanas a la Gerencia de Producción de Aguas de Saltillo (Agsal), en 50 de los 70 pozos que surten diariamente a los más de 725 mil saltillenses, según el último Censo realizado por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), el líquido se extrae a una profundidad de 500 metros o más.    

“Alrededor de 20 pozos llegan a 500 metros y los de 600 son alrededor de 10”, refiere otro informe emitido por Conagua.  

Condiciones que, advierten expertos en el tema del agua, hacen de Saltillo una urbe insostenible, que en pocos años podría enfrentar una grave crisis de abasto.

¨Y están promoviendo traer más empresas… No entiendo cómo los que vienen a invertir no preguntan si va a haber un desarrollo sustentable en esa región, basado en la disponibilidad del agua…¨, habla Fausto Destenave Mejía, especialista en hidráulica.

José Guillermo Barrios, el titular de CNA en la entidad lo secunda:

“Una ciudad no debería de crecer más allá de su disponibilidad de agua. Puedes vivir sin luz, sin muchas cosas, pero sin agua no”.

El crecimiento de la ciudad, que en los últimos 110 años pasó de 24 mil 900 habitantes a más de 700 mil; el mal uso y desperdicio del recurso y las pérdidas físicas registradas a lo largo de la vieja red de distribución, que mide unos mil 300 kilómetros, son los factores que han provocado el abatimiento y sobreexplotación del acuífero.

“La red general que abastece a toda la zona urbana ya perdió su vida útil,  hay muchas fugas, se calcula que las pérdidas físicas andan alrededor del 45 ó 50 por ciento. Otra es que desgraciadamente los habitantes de la ciudad de Saltillo no están conscientes del valor del agua, se está haciendo mal uso de este líquido preciado.

“No se ha sabido que haya un programa para rehabilitar la red general, que ya es urgente; ni tampoco de ningún programa de cultura del agua, para que la gente se concientice del valor del agua y que le dé un uso eficiente”, comenta Fausto Destenave.

Esto aunado a la peor sequía de las últimas siete décadas, que desde 2010 azotó a la región, y la entrada de la época de estiaje que acaba de comenzar y en la que se vislumbra una situación crítica para los próximos ocho meses.

Al respecto los informes más recientes de precipitación obtenidos por la CNA revelan que durante la pasada temporada de lluvias, en la parte sur de Saltillo, la zona más importante de recarga de los acuíferos, se registraron 256.5 milímetros; en la estación de Conagua 233 milímetros y 262. 9 milímetros en la estación Bellavista.        

Números, éstos, preocupantes, si se toma en cuenta que normalmente, y en el periodo en el que no se presenta sequías, llueven en la entidad en promedio anual entre 370 y 400 milímetros.     

“Estos datos son para pensar que es crítico lo que nos espera en estos próximos ocho meses de estiaje, si es que tenemos lluvias en mayo o junio del año que viene”.

“¿Qué se puede esperar si la recarga ha sido mínima y la extracción extremadamente alta. La recarga del acuífero va a ser insuficiente, no puedo creer que tengamos agua para mucho tiempo”, explica Destenave Mejía.

Sobre todo porque, conforme a las memorias de la CNA, se calcula que cada año se extraen del acuífero de Saltillo, entre 30 y 50 millones de metros cúbicos de agua, cifra muy por arriba de la recarga anual del acuífero.

“Los acuíferos de los que se abastece la zona conurbada de Saltillo, Ramos Arizpe y Arteaga, todos, están sobre explotados, esto quiere decir que se extrae aparentemente más de lo que naturalmente se recarga, principalmente por lluvia.

“El acuífero Saltillo – Ramos Arizpe, que es la principal fuente de abastecimiento para el área conurbada de Saltillo, Ramos Arizpe y Arteaga, es uno de los mayormente sobreexplotados en Coahuila”, subraya José Armando Alonso Rodríguez, director Técnico de la dirección local de Conagua.

Y ningún fenómeno meteorológico o tormenta tropical, como el Huracán Alex, que a mediados de 2010 golpeó a la entidad, ha sido suficiente para contrarrestar los niveles de abatimiento.

“Hay épocas en las que hay cierta recuperación en los niveles del acuífero debido a fenómenos como el Alex, que tienen efectos durante varios años, pero después de ese evento la tendencia se mantiene a la baja en los niveles de explotación”, aclara Alonso Rodríguez.

Se suma, además, la situación geográfica del valle de Saltillo  enclavado en el semidesierto y al sureste de un estado que ocupa el tercer lugar por su escasa precipitación, sólo  después de las dos Baja Californias.  

“Estamos a punto de entrar en una fase crítica, si no hacemos acciones fuertes. No estamos en una posición cómoda, de estabilidad” , reconoce Ricardo Aguirre Gutiérrez, director general de la Comisión Estatal de Agua y Saneamiento en Coahuila.

El agua se está acabando y en un futuro no muy lejano, aseguran sus estudiosos, no habrá cómo ni de dónde traerla, al menos en 500 kilómetros a la redonda.

“Saltillo no cuenta con lagos, ríos, con regiones donde haya cuerpos lacustres importantes”, dice Fausto Destenave cuya experiencia la avalan 54 años de investigación en el tema del agua.

La preocupación es que día con día el agua que llega a los casi 209 mil hogares saltillenses es traída de más lejos y sacada a distancias cada vez más profundas, (hasta 600 metros), lo que podría impactar en la calidad del líquido.

“Incluso algunos pozos han tenido cierto nivel de arsenicismo… Traemos una tendencia de sobreexplotación y de abatimiento del nivel muy fuerte.

“En Arteaga los manzaneros están sacando agua a 600 metros de profundidad, hay pozos muy profundos. En Saltillo creo que andarán sobre los 500 metros y por la emergencia en Ramos Arizpe se perforó también a 500 metros…”,  señala José Guillermo Barrios, titular de la dirección local de Conagua en la región.

Cronología del desastre

Pero la trama de la sobreexplotación de los acuíferos de la ciudad, tal y como lo narra Fausto Destenave Mejía en su libro “Historia el Agua de Saltillo”, a publicarse próximamente, data, más o menos, de unos 110 años, allá, cuando existían en el valle alrededor de 13 manantiales, de los 665 que había en la época de la colonia, ubicados en la parte sur y alta. 

“Es evidente que en el centro – norte y noreste de México, los lugares que escogieron los españoles para crear sus villas y misiones siempre estaban orientados por la existencia de agua, era indispensable para ellos”, expone el historiador Carlos Manuel Valdés, autor del libro “Usos y abusos de los recursos naturales en el Valle de Saltillo Desde su Fundación”, que se publicará este mes.

Esta agua permitía el funcionamiento las fábricas textiles (La Hibernia, La Libertad, La Aurora), molinos de trigo, así como de los huertos de plantaciones que verdeaban la villa.

“Cada una de estas fábricas consumía tres toneladas de leña diariamente, imagínate… Esto nos muestra cómo se fue destruyendo la vegetación y cómo lentamente va disminuyendo la cantidad de agua.

“Toda la gente cree que así era Saltillo, pero no para nada, era un valle frondoso lleno de árboles desde la sierra hasta abajo”, ilustra el cronista Carlos Manuel Valdés.  

Pronto aquellos manantiales se secaron.     

La capital empezó a crecer y algunos habitantes de barriadas comenzaron a hacer excavaciones de norias, pozos a cielo abierto, en donde el agua se encontraba a unos cuatro o seis metros de profundidad.

En 1902 se construyó la primera red de distribución, que era abastecida por el manantial del Ojo de Agua, en la zona centro de Saltillo, entonces, conformada por las calles de Ramos Arizpe, Acuña, Lerdeo de Tejada y General Cepeda.

La ciudad contaba a la sazón con 24 mil 900 habitantes.

20 años después, en 1928, se concesionó la segunda red de agua potable a un señor León Flores, que distribuía el agua, proveniente del manantial de La Arizpeña, hacia la entonces poco habitada periferia de la ciudad.

Saltillo contaba en aquel tiempo con cerca de 42 mil 272 mil habitantes.

Ya faltaba el agua en las casas de la villa.

Tanto que en 1939 se perforaron los primeros cuatro pozos: uno en el Cerro del Pueblo;  dos en el centro de la ciudad y otro por la calle de Allende, donde ahora se ubica el edifico del Molino del Café Oso.

El agua de estas fuentes estaba localizaba a una profundidad de 35 metros.

“Esto nos estaba indicando que había ya un abatimiento de los niveles dinámicos de los friáticos Saltillo – Ramos Arizpe. Los pozos. iban a la baja”, reseña Fausto Destenave.

 

 

 

 


Fuente:

Jesús Peña, 1 de octubre de 2012, Las últimas gotas. www.vanguardia.com.mx
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