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Noticias Internacionales - Abril 2013


23 de abril de 2013

Depuradoras naturales al borde del colapso

 

 

Los humedales de la Marina del Carmolí y Lo Poyo eliminan los contaminantes de las aguas antes de que lleguen al Mar Menor, pero el exceso de metales pesados en la zona podría revertir el proceso.

Algunos territorios caracterizados por la aridez, como es el caso de la Región de Murcia, cuentan con unas pequeñas 'islas de vida' que aparecen, en muchas ocasiones, en medio de la nada. Los científicos las denominan «anomalías hídricas en el paisaje», aunque son más conocidas como humedales.

Estos ecosistemas son lo más parecido a encontrar un oasis en el desierto. Su importancia reside en que albergan una gran diversidad biológica, con una amplia variedad de especies de plantas y animales únicos de estos ambientes, muchos de ellos en peligro de extinción.

Un humedal es básicamente una zona en la que hay agua, de origen natural o artificial, en relación a territorios adyacentes más secos. Aunque se encuentran distribuidos por diversos puntos de la costa murciana, son elementos dominantes del paisaje en el entorno del Mar Menor.

Reservorios y filtros verdes

Entre sus valores cabe señalar que son reservorios de biodiversidad y que, como son zonas con agua, ayudan a recargar los acuíferos, un aspecto importante en comunidades como Murcia con escasas precipitaciones a lo largo del año. No obstante, el mayor interés radica en que cumplen un papel fundamental como 'filtros verdes'.

Son ecosistemas capaces de depurar el agua que pasa a través de ellos y combatir la contaminación originada por diversas fuentes, como los vertidos agrícolas, las aguas residuales o con elevado contenido en metales. La capacidad de filtración de los humedales viene dada fundamentalmente por la presencia de una lámina de agua durante períodos prolongados de tiempo, lo que facilita la interacción entre el suelo y las partículas disueltas en el agua.

De esta manera, se favorecen las posibilidades de los componentes del suelo, como arcillas y compuestos orgánicos, de precipitar, neutralizar o retener las sustancias contaminantes, tanto por la capacidad reactiva de estos componentes, como por la actividad de los microorganismos presentes a través de reacciones de desnitrificación (transformación de nitratos en compuestos de nitrógeno gaseosos que se desprenden a la atmósfera) o de inmovilización de metales mediante formación de sulfuros metálicos. Además, el mantenimiento de la lámina de agua favorece que la vegetación del humedal pueda captar las partículas contaminantes disueltas.

«Actúan como una depuradora natural», indica María Nazaret González, del Grupo de investigación de Agroquímica, Tecnología y Manejo de Suelos y Sustratos de la Escuela de Agrónomos de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), quien se encuentra realizando un amplio estudio sobre dos de ellos, la Marina del Carmolí y Lo Poyo, que cumplen una función vital al 'limpiar' algunas de las aguas que desembocan en el Mar Menor.

Estos ecosistemas presentan dos problemas de contaminación diferentes: por vertidos agrícolas y por metales pesados. Debido a la agricultura intensiva que se da en la zona del Campo de Cartagena, anualmente se generan gran cantidad de drenajes que están cargados de nutrientes, fundamentalmente nitratos, que finalmente llegan a los humedales. Además, debido a la cercanía de la sierra minera de Cartagena-La Unión, las ramblas que proceden de esta zona, en las que se han vertido grandes cantidades de metales pesados, han ido transportando durante muchos años parte de los residuos a estos ambientes.

Otro de los problemas es la dulcificación de los humedales. La entrada de agua dulce, que procede fundamentalmente de los excedentes de regadío de los cultivos aledaños, cambia totalmente su morfología, puesto que son zonas con una elevada salinidad, que pasan a ser cada vez menos salinas, lo que favorece que proliferen especies vegetales como el carrizo, además de que desaparecen los animales más emblemáticos y adaptados a estos tipos de ambientes tan especiales.

Capacidad limitada

La Marina del Carmolí, de una longitud de unos 2,5 kilómetros, se encuentra entre Los Alcázares y Los Urrutias y está limitada en su extremo norte por la rambla del Albujón. Este humedal es el que presenta un mejor estado de conservación. Su principal problema es que dos de las principales ramblas del Campo de Cartagena, las ramblas del Miedo y de Miranda, atraviesan la zona. Así, recibe anualmente una elevada concentración de nitratos a través de la rambla de Miranda, que recoge excedentes agrícolas, y de amonio y fosfatos a través de la rambla del Miedo, a la que hasta hace unos años vertía la depuradora de El Algar-Los Urrutias.

De acuerdo a varios análisis que se han realizado del agua del interior del humedal, los resultados revelan que las concentraciones de nutrientes se reducen hasta casi desaparecer conforme las aguas lo atraviesan, por lo que, cuando llegan al mar, se encuentran prácticamente depuradas.

González explica que aunque estos ecosistemas son capaces de depurar aguas cargadas de nutrientes, fundamentalmente nitratos, no es algo que implique que puedan utilizarse como un «vertedero», puesto que tienen una «capacidad limitada» y, si se sobrepasa, se puede «revertir» el proceso. «Lo que antes era beneficioso para el medio ambiente podría convertirse en un problema y empezar a soltar todos los contaminantes que estaba reteniendo», avisa.

Además de recibir aguas cargadas de nutrientes, una pequeña zona del humedal contiene elevadas cantidades de residuos de minería, que llegaron a través de la rambla del Miedo desde las zonas mineras, lo que merma su capacidad de actuar como depuradora. «Los humedales filtran los contaminantes pero, como ya se encuentran de por sí contaminados por los residuos de minería, puede ser un factor que altere su funcionamiento normal», explica.

El saladar de Lo Poyo se encuentra a unos cinco kilómetros al sur de la Marina del Carmolí, concretamente entre Los Urrutias y Los Nietos. Se caracteriza por la presencia de gran cantidad de residuos mineros que llegaron a la zona a través de la rambla del Beal. Este fenómeno se mantuvo durante décadas, en particular en la primera mitad del siglo XX, por lo que los suelos contienen elevadas cantidades de plomo, zinc, cobre y hierro.

El lugar se encuentra altamente contaminado y existe riesgo de que los metales pasen a la cadena trófica, sobre todo si se produce pastoreo en la zona o a través de los organismos marinos que se alimentan o viven en el fango de las orillas. La existencia de plantas que pueden sobrevivir en estos suelos, extremadamente salinos y con niveles de contaminación tan elevados, supone una de las opciones que los investigadores emplean para estabilizar los sedimentos, reduciendo el arrastre de éstos a la laguna del Mar Menor por las aguas de escorrentía.

Las pruebas realizadas en la Marina del Carmolí y el saladar de Lo Poyo confirman la función de ambos como 'filtros verdes', pero el problema radica en las áreas contaminadas por los residuos mineros. El estudio muestra que, dependiendo de las características de los contaminantes, del pH y de que existan plantas que puedan absorber estas sustancias, la capacidad del humedal para depurar el agua puede verse afectada.


 

Panorámica de la Marina del Carmolí, junto al Mar Menor, con el monte Carmolí al fondo de la imagen. :: UPCT



Fuente:
23 de abril de 2013, Depuradoras naturales al borde del colapso. www.nuestra-tierra.laverdad.es
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