Daniel Pabón
Sin excepción. El agua que Hidrocentro potabilizó en 2011 y 2012 a través del Sistema Regional del Centro I (para Valencia, Naguanagua, San Diego, Libertador y parte de Los Guayos) mantuvo dosis de aluminio por encima de la norma.
Esta conclusión es posible luego de que la hidrológica completó, esta semana, nuevos parámetros de calidad de agua correspondientes al último trimestre de 2012. A la salida de la potabilizadora Alejo Zuloaga, planta que sirve a parte del área metropolitana de Valencia, el metal promedió concentraciones de 0,60; 0,40 y 0,52 miligramos por litro (mg/l) en octubre, noviembre y diciembre pasados.
El máximo valor aceptable de aluminio en agua potable está fijado en 0,20 mg/l, según el artículo 14 de las Normas Sanitarias de Calidad del Agua Potable vigentes en Venezuela desde 1998. Los datos mensuales del último bienio (ver infografía) promedian dos veces más lo permitido. Sin embargo, analizada por año, la media de 2012 descendió 0,10 mg/l -dentro del rango de exceso- en relación con la de 2011.
La Fundación Movimiento por la Calidad del Agua señaló, con pruebas filtradas en 2010 por trabajadores de la estatal, que los valores fuera de norma habrían comenzado en 2007. Ese año el embalse Pao-Cachinche, principal almacenador del agua que procesa la Alejo Zuloaga, empezó a recibir excedentes del Lago de Valencia. También en 2010 una comisión de Gobierno admitió que este trasvase había influido negativamente en la potabilización.
Metal acumulativo
Un agua con un solo parámetro fuera de norma no se considera potable en ningún país del mundo, sentenció Manuel Pérez Rodríguez, director de Desarrollo Técnico y Asesoría Ambiental de la Fundación Movimiento por la Calidad del Agua.
Hace tres años exactos, el también ex presidente del antiguo INOS revelaba que la planta no fue diseñada para recibir el agua tan impura que llega de Pao-Cachinche. La misma respuesta sigue vigente ahora.
Al no haber mejoría en la calidad del agua que ingresa al embalse, el resto del proceso es una continuidad de problemas, expuso el ingeniero sanitarista. El último eslabón de esa cadena, precisó, es que la acumulación de aluminio en sistemas como el nervioso central y el renal pudiera estar asociada a una serie de enfermedades. “No lo digo yo. Ha sido probado científicamente”.
El menos malo
El sulfato de aluminio aclara y purifica el agua en la planta. Rafael Dautant, presidente de la Asociación Venezolana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental (Avisa), recordó que cuando se empezó a comprometer ambientalmente a Pao-Cachinche se tuvo que incrementar la dosis del compuesto. Una parte queda como aluminio residual. “La cantidad es realmente proporcional al nivel de compromiso que se tiene”.
Aplicar menos sulfato de aluminio dispararía otros indicadores como el color y la turbiedad y acarrearía complicaciones a corto y mediano plazo, sopesó Dautant. Sustituir ese coagulante primario por otro es una licencia que no se puede dar la hidrológica, por dificultades económicas. Un ajuste tarifario, asomó, sí permitiría cambiar de compuesto.
Aunque Dautant reconoció que el aluminio por encima de la norma pudiera representar un riesgo a largo plazo, ponderó que no existen indicadores de salud pública en la región que relacionen esta coyuntura con posibles enfermedades. En todo caso, recomendó que lo ideal es no acostumbrarse a estas dosis, que calificó de bajas. “No son excesos, son concentraciones sobre la norma”.
En lo que sí hay coincidencia es en que el problema tiene su origen en la falta de saneamiento. “Es urgente continuar con las obras previstas en las plantas depuradoras”, emplazó Pérez Rodríguez. “Lo que se quiere es que mejore la calidad del embalse”, ratificó Dautant.