Los capitalinos tienen sed. La demanda de agua se incrementa en todas las colonias y para satisfacerla han aparecido “purificadoras de agua” donde se vende el líquido a bajo costo y además lo llevan a domicilio. Aunque muchos de estos establecimientos no están regulados, sus dueños dicen que no representan un riesgo para la salud de los consumidores.

En locales improvisados se instalan de manera fácil, basta uno o dos tinacos, según sea la demanda, bombas de agua, un filtro de carbón activado para quitar del agua olor, color, sabor y residual de cloro, un purificador bactericida y esterilizador por medio de Luz Ultravioleta, garrafones y tinas para su lavado, sellos de garantía y mucha clientela.

María Angélica Arámbula es la dueña de la Purificadora Yemayá en la delegación Iztapalapa. Su local luce limpio y el agua que vende es de buena calidad, “hasta ahora nadie se ha enfermado por beberla”, asegura. El garrafón con 20 litros lo vende en siete pesos y a nueve si lo lleva a domicilio.

La empresaria afirma que la demanda de agua purificada se ha incrementado y la razón es la mala calidad del líquido que llega a la zona a través de la red de agua potable que, a decir de los vecinos, “no sirve para beber”, además de que “el agua embotellada y de marca es muy cara”.

En promedio, un garrafón de 20 litros de agua de marca reconocida cuesta entre 32 y 40 pesos en esa zona.

El proceso de purificación dura tan sólo unos segundos, dice Angélica. “Tenemos el agua, una bomba la manda a que pase por los filtros que tienen arena, carbón y piedra, después pasa por el rayo láser, y otra vez pasa por dos filtros y está lista para el llenado del garrafón”.

Agrega: “Además el envase se lava con shampoo antibacterial y agua purificada, una vez llenado se coloca el sello de garantía y está listo para ser vendido”.

“El agua en la zona de Iztapalapa ya no sirve, a veces ni para lavar ropa; nos llega con arena o con olor a cloro, amarillenta, ya es difícil que la gente tome esa agua. La necesidad hace que tomen agua de la llave”. Diariamente la Purificadora Yemayá vende, en promedio, 30 garrafones.

Para Martha Carbajal, consumir agua purificada es una práctica común. “Ya hasta pusieron la infraestructura para que uno solito meta su garrafón y solita se sirva el agua”, dice y opina que el agua purificada “sí es mejor que la de la llave, y hasta ahora no nos ha hecho daño”. Martha usa esa agua para beber y para hacer la comida y la razón es “por economía y porque la llevan hasta la casa”.

Vender agua no es cualquier cosa

José Jesús Trujillo Gutiérrez, director general de la Agencia de Protección Sanitaria del gobierno del Distrito Federal, explicó que los comercios de venta de agua se han ido instalando a gran velocidad y de manera incalculable.

“No es cualquier cosa llenar los garrafones, parece sencillo pero es todo un proceso, la persona que lo hace debe tener un cubre pelo, cubre bocas, no tener joyas, las uñas recortadas y portar uniforme”, entre otras cosas.

Ante la proliferación de las purificadoras, la Agencia de Protección Sanitaria realiza un recorrido por las 16 delegaciones del DF para visitar a las purificadoras y verificar un adecuado manejo sanitario del agua y los garrafones, además de revisar el entorno y la maquinaria.

En el recorrido, explicó el funcionario, se han detectado anomalías como mal manejo de garrafones que no los lavan antes de llenarlos y que incluso se han tenido que retirar del sitio, además de que realizan el relleno con agua de la llave.

“El llamado a la población es que aunque gasten un poco más hay que verificar que se tengan las condiciones necesarias y que el llenado nos dé confianza. Debe ser agua de garrafón que a simple vista nos de la intención de que su manejo y llenado es correcto”.

Por ahora a los establecimientos que han sido visitados se les dejan recomendaciones para que mejoren sus prácticas, se realizará una nueva visita y si continúan las anomalías se hará la suspensión de actividades y la clausura.