Empresarios y autoridades se han valido de la falta de cultura de protección para atentar contra este recurso, señala Guillermo Vargas Uribe

Morelia, Michoacán.- La ignorancia y la falta de una cultura de protección de los humedales han permitido el saqueo sistemático de estos a manos de empresarios y autoridades, en detrimento de la población, señaló Guillermo Vargas Uribe, profesor investigador de la Facultad de Economía de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), en entrevista con Rafael Mendoza Castillo para el programa Cambio en el Debate.

Regulación climática, recarga de los mantos freáticos y biodiversidad son sólo algunos de los servicios ambientales que brindan los humedales, definidos como lagos someros, de escasa profundidad y gran riqueza biológica y nutrimental, los cuales alcanzan los 250 mil millones de dólares anuales en todo el mundo.

“Los humedales han sido asociados históricamente con zonas insalubres que deben ser retiradas para su uso en actividades más redituables, como la agricultura y la construcción de complejos habitacionales; sin embargo, esta práctica ha conducido a agravar las consecuencias negativas del cambio climático, así como a recrudecer los problemas de desabasto de agua para consumo humano e incrementar la presencia de enfermedades en las personas”, explicó el académico.

Pese a que Michoacán, hasta los años del porfiriato, al inicio del siglo XX, era un estado rico en humedales, como la Laguna de Zacapu, Huaniqueo y Coeneo, la ampliación de la frontera agrícola ante la mayor demanda de alimentos propició que fuesen utilizados como campos de cultivo, debido a la fertilidad del suelo.

“La pérdida de los humedales no sólo impacta en el funcionamiento de los ecosistemas o en el clima, sino que solían ser espacios públicos pertenecientes a las comunidades indígenas, que obtenían parte de sus satisfactores materiales, por lo que a los servicios ambientales invaluables de los humedales se debe sumar que han sido un factor de cohesión social e identidad cultural, además de un medio de subsistencia para los pueblos originarios de México”, refirió Vargas Uribe.

El profesor investigador nicolaita denunció que las autoridades han hecho caso omiso de los efectos adversos que produce la extinción de los humedales, situación que llega al extremo de alentar e incentivar su transformación en áreas de producción o residenciales, con el correspondiente beneficio económico.

“En Morelia, la mayor parte de los humedales se ubicaba en la parte poniente de la ciudad, pero se encuentran prácticamente desaparecidos como consecuencia de que las autoridades municipales han privilegiado la entrega de estos espacios para su posterior urbanización sobre los efectos favorables en el clima y en el abasto de agua”, especificó Guillermo Vargas.

Sin embargo, los problemas derivados de la desecación de los humedales se hacen extensivos a las personas que los habitan, ya que existe el riesgo latente de inundación, lo que provoca que las construcciones sean significativamente más costosas que en un área apropiada para la urbanización.

“La Laguna de la Soledad, en el poniente de Morelia, era el último humedal que estaba en la ciudad y fue urbanizado pese a ser una zona de riesgo y pese a los altos costos para estabilizar el terreno; no obstante, esto no ha impedido que los proyectos de construcción sigan adelante”, mencionó Vargas Uribe.

El especialista deploró que las instituciones gubernamentales otorguen espacios públicos y potencialmente riesgosos, como la Laguna de la Soledad a la iniciativa privada, en particular, la urbanización de lo que resta de este humedal por parte del ex presidente municipal, Manuel Nocetti Tiznado.

“Continúa la destrucción de los humedales con el consentimiento del Cabildo y de los funcionarios que debían protegerlos y concientizar a la población sobre su importancia; en el Distrito Federal, una vez que se agotaron las fuentes de recarga de los mantos freáticos, se ha debido recurrir a la excavación cada vez más profunda en busca del vital líquido, incluso a dos kilómetros, por lo que el servicio será sumamente costoso y de mala calidad, ya que el agua probablemente sea fósil y esté contaminada con metales pesados, como mercurio y plomo.

“Grupos ambientalistas y de lucha social han defendido la Loma de Santa María al considerarla fundamental para el equilibrio ecológico y la sustentabilidad de la ciudad, pero los humedales han permanecido en el olvido, aunque también son esenciales para la conservación de la biodiversidad y el mantenimiento de condiciones climatológicas benignas”, agregó Guillermo Vargas.