Los bosques del Distrito Federal se han reducido en un 30% en los últimos 35 años debido al cambio de uso de suelo por deforestación, urbanización y construcción de carreteras, señaló Jürgen Hoth, coordinador de la Iniciativa Bosque de Agua, proyecto que desde 2010 genera información sobre el estado de los principales elementos ecológicos de la zona centro del país: bosque y agua.

En el marco de las actividades de la Tercera semana de la diversidad biológica, el especialista en conservación indicó que el Distrito Federal, Estado de México y Cuernavaca comparten 250 mil hectáreas de bosque que nace y persiste gracias a las cuencas del Valle de México: Balsas, Lerma-Chapala y Pánuco. Sin embargo, dijo, en esta región se han impulsado proyectos urbanos con impactos negativos y, a la par, no se han aplicado planes eficientes de conservación.

La fragmentación por carreteras es una de las principales estocadas al corazón de los acuíferos y bosques, opinó Jürgen Hoth, y aunque cubren necesidades de viabilidad, no se ha invertido en la región de la mariposa monarca, en el Nevado de Toluca o Ajusco, a pesar de ser zonas asociadas a la demanda de movilidad y turismo, añadió.  

“Geográficamente la ubicación del Bosque de agua tiene la forma de ‘L’ y comprende a las tres ciudades mencionadas con origen volcánico. Toda el agua que en ellas cae se va al acuífero, pero en el Valle de México ya no se recarga nada porque es una capa de arcilla muy gruesa e impermeable, lo demás se recarga al pie del monte (o parte baja) y en la parte alta, pero hoy las zonas bajas son terrenos de urbanización sin drenaje”, comentó.

Por ello, Jürgen Hoth enfatizó en la importancia de reconocer y conservar los bosques, pues la pérdida de ese hábitat es sinónimo de escasez de agua, de una incapacidad para recargar de acuíferos y de la inexistencia de biodiversidad.

“No sabemos cuánto bosque se ha perdido en Morelos ni en el Estado de México, porque no se han estudiado. Pero conocemos que esa área compartida involucra a 37 municipios con mil 200 especies entre reptiles, aves, mamíferos y plantas”.

La zona llamada Bosque de Agua, aseguró, es 34 veces más rica en diversidad ecológica que el promedio de especies a nivel nacional y es 360 veces mayor que el promedio mundial. “Es un tesoro biológico y una prioridad para el desarrollo nacional de una estrategia de conservación”, apuntó.

TINAS CIEGAS. Otro problema que enfrenta el Bosque de Agua son los hundimientos, en el caso de la ciudad de México, el hundimiento es desde los últimos 70 años, un promedio de ocho centímetros al año. “En los 60 se sacaron los pozos a la periferia y hoy Chalco se está hundiendo. Con este fenómeno, que es resultado de la extracción de agua, también estamos modificando el rumbo del agua”.

En ese sentido, dijo Jürgen Hoth, Cuernavaca entrará en déficit hacia 2017, según información de Conagua, pues la problemática que en la capital vivimos desde los años 60 y que Toluca también, pronto se experimentará en Morelos. “Estamos viviendo horas extras,  sacamos más agua de lo que se recarga el acuífero”, apuntó.

Aunado a ello, el cambio climático es otro factor de riesgo para que el agua llegue a los bosques y a las ciudades. “El cambio climático ya está en el Valle de México y no en los polos. De las 600 hectáreas de glaciares que había en el Iztccíhuatl hace 120 años, a principios del 2000 sólo habían 30 hectáreas y se calcula que en 8 años ya no habrá ninguno. Esto afectará al ecosistema pero también a las poblaciones que viven del agua del deshielo”.

¿Qué estamos haciendo mal?, cuestionó el responsable de Iniciativa Bosque de Agua. La política forestal no ha sido la adecuada y, como ejemplo, respondió,  es el programa de tinas ciegas que implementa el gobierno federal y algunas organizaciones civiles.

“La tina ciega es un terreno usado para la captura de agua que mide dos metros de largo, por medio metro de ancho y medio metro de profundidad. Esta práctica se realiza desde hace 30 años y se realiza cada año, sin embargo, no hay un estudio científico ni técnico que lo avale”.

Hasta el momento, dijo, se han hecho 162 mil 500 tinas ciegas en 250 hectáreas del Valle de México, por lo que destacó la importancia de revisar los planes de conservación y la urgencia de generar programas nacionales para rescatar y prolongar la vida de los bosques, que al igual que el humano, viven gracias al agua.