México se convirtió en el mejor negocio de las embotelladoras de aguas, como Nestlé y Coca Cola, que han logrado que el país sea el segundo consumidor de este tipo de envasados a nivel mundial y el más grande de toda Latinoamérica.

Esto se debe a la profunda falta de marcos regulatorios de este tipo de empresas, pues ni siquiera las autoridades federales saben cuánta agua y de qué calidad están extrayendo del subsuelo.

Por el contrario, del gobierno mexicano han recibido toda clase de favores, como el que obtuvo Coca Cola del entonces presidente Vicente Fox, quien le garantizó el acceso total al agua en cualquier parte del país, según dio a conocer el investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México, Gian Carlo Delgado Ramos, quien se presentó en el foro “La Semana del Agua”, en la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Puebla.

Durante su ponencia “Economía y ecología del negocio del agua embotellada: apropiación y generación desigual de pasivos socioambientales”, indicó que este tema cobra especial relevancia para el estado de Puebla, pues Nestlé tiene su principal embotelladora de agua purificada en el municipio de Santa Rita Tlahuapan.

Inexplicablemente, indicó, esta trasnacional tiene una concesión de agua para criar truchas, pero en una planta industrial se envasa toda el agua que la empresa distribuye en México.

Sin embargo, Nestlé no está obligada a reportar cuánta agua extrae de los manantiales de la Iztaccíhuatl, que ya se apropió, como tampoco la cantidad de productos y sus diferentes presentaciones que envasa al día, ya que existe una amplia diferencia entre lo que permite la concesión extraer y lo que se puede embotellar.

Agregó que a nivel mundial se sabe que por cada litro de agua embotellada existe un costo de producción de dos litros de agua; es decir, cada botella de a litro representa un gasto real de 3.6 litros de agua extraída del subsuelo.

El académico citó la información que La Jornada de Oriente difundió hace un mes acerca de que la empresa extraería más de 7 millones 200 mil litros diarios de agua sólo para satisfacer la demanda de su presentación de 600 mililitros, de la que se producen diariamente 12 mil botellas, de acuerdo con la información de algunos pobladores de Tlahuapan que han trabajado en esa planta.

Comentó que aunque las embotelladoras han señalado que usan hasta 20 por ciento menos plástico en sus envases, enarbolando una bandera de defensa del medioambiente, lo cierto es que cada año producen más botellas y no hay ningún plan para confinarlas, además de que el reciclado de plásticos en el país solo alcanza a 15 por ciento del total de envases que se desechan.

Una propuesta sería obligar a estas empresas a responsabilizarse del manejo y desecho de la cantidad de plástico que generan.

Asimismo, Coca Cola, que tiene su planta de producción más grande en Apizaquito, Tlaxcala, anuncia su plant bottle para mejorar su desintegración de forma más “ecológica”, pero usar plantas para la fabricación de botellas sólo incrementará la competencia por el acceso a las plantas entre los humanos y el resto de las especies, y todo sólo para un “acto suntuario que dura unos minutos, que es el tiempo que se tarda en tomar un refresco o un agua embotellada”.

Rechazó la supuesta “responsabilidad social” de las empresas, pues en el caso de Nestlé aún es recordado en Tlahuapan que la única vez que participó en una actividad comunitaria entregó productos caducos.

Nestlé está participando en la Cruzada contra el Hambre del actual gobierno federal, donde enseñará a mujeres pobres del país a usar sus productos, mientras que Coca Cola está llevando agua embotellada a comunidades pobres de países latinoamericanos.