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Noticias Internacionales - Julio 2014


19 de julio de 2014

Consumen agua contaminada del lago Titicaca

 

La polución en el lugar se comenzó a sentir hace dos décadas, producto del crecimiento demográfico de El Alto, Laja y Viacha.

Las vertientes se secaron, los peces migraron, los totorales ya no son los mismos, los ecosistemas acuáticos y su biodiversidad se extinguen y los comunarios de la isla Pariti, un sitio arqueológico de la cultura Tiwanaku en la provincia Los Andes, beben el líquido contaminado y mal oliente del lago Titicaca. Son las consecuencias de la catástrofe medioambiental ocasionada por los millones de metros cúbicos de aguas residuales que son evacuadas diariamente desde El Alto, Laja, Viacha y otros.

Los habitantes aymaras de Pariti –ahora sólo queda una treintena de familias, en gran parte de adultos mayores, que fueron pescadores y navegantes por excelencia y que se adaptaron al desastre ecológico para no dejar su tierra– no logran comprender cómo la hipercontaminación ambiental llegó a su isla desde la bahía de Cohana.

DAMNIFICADOS. "Ya no hay pescado ni totora, ya no hay con qué vivir en la isla", dice Gerardo Limachi (47) notoriamente angustiado. Prefiere no pescar, porque sabe que los peces –pejerreyes y karachis– se fueron en busca de otros sectores más limpios. Todavía está en su mente la muerte de miles de truchas en sus propios criaderos, ocasionada por el agua contaminada. También recuerda, con nostalgia, que hace años cada pescador podía recoger entre las redes entre 10 y 12 arrobas, pero ahora "apenas se sacan unos 10 pescaditos".

La isla Pariti, al oeste del lago Titicaca y ubicada a unos 82 kilómetros de La Paz, fue declarada Patrimonio Nacional en la década de los 30, cuando el investigador Wendell Bennet -el mismo descubridor del monolito Gran Ídolo de los tiwanacotas y que lleva su nombre-, registró en 1934 el hallazgo de una tumba con objetos de oro y cerámica. 

En 2004, una misión boliviano-finesa descubrió centenares de fragmentos de objetos de cerámica de la cultura tiwanakota. Al ser restaurados los ceramios, se evidenció que la isla tuvo una importancia ceremonial prehispánica, ya que las representaciones antropomorfas y zoomorfas, además de otros objetos, reflejan que existió gran actividad ritual en Pariti.

En las montañas de la isla es posible identificar terrazas o takanas de piedra destinadas a la producción agrícola.

Resignación. Para Limachi, los habitantes de la isla no tienen otra alternativa que consumir el agua sucia y con mal olor. No hay otra. Lamentablemente, las dos vertientes que estaban cerca de la cima de una montaña se secaron. El proyecto estatal "Mi Agua" también está paralizado, supuestamente por la falta de financiamiento. "Hemos perforado hasta 80 metros de profundidad en busca de agua, pero falta dinero para completar el proyecto".

"La hacemos hervir –el agua del lago– y nos sirve para cocinar. No podemos irnos, ¿qué va a ser de nuestra comunidad? Nuestros hijos ya se fueron. La Kotamama (madre del lago) está enferma, tenemos que salvarla". Limachi no deja de observar los totorales del lago, en los que hace años anidaban aves acuáticas, incluso en algunas temporadas llegaban al lugar las pariguanas o flamencos de sitios muy distantes. 

Problemática. Según los estudios realizados por el Observatorio Ambiental de la Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema), la problemática en la región de la bahía Cohana del lago menor o Wiñaymarka no es actual, ya que hace dos décadas que el impacto de la contaminación comenzó a acumularse en el sector que incluye a varias comunidades e islas. Esto se relaciona con el acelerado crecimiento de la población de El Alto. 

A ello se suma la obsoleta e insuficiente planta de Puchukollo. 

"Con la contaminación llega de todo", exclamó el artesano ceramista Armando Callisaya (52). Las investigaciones revelan que las emisiones de aguas residuales provienen, en su mayor parte, de El Alto y con un aporte minoritario de Viacha, Laja y Pucarani.

Entre las emisiones hay "de todo", como las aguas residuales domésticas y de los mercados, de hospitales y postas sanitarias, de las industrias, mataderos, de operaciones mineras en Milluni y Viacha, y otras que provienen del lixiviado, que es el líquido negruzco que se origina por la acumulación de basura en el botadero de Villa Ingenio, además de los residuos sólidos que son arrastrados en la época de lluvias por los ríos Ka

tari, Wilajawira y Pallina, que son los principales emisores y que recogen en su trayecto aguas contaminadas de los ríos Seco, Seque y Hernani.

Las aguas que llegan a la isla tienen concentraciones altas de salinización y parásitos. El mal olor, que se percibe en la isla y al navegar algunos metros lago adentro, se produce por el efecto del metano, un gas de efecto invernadero.

Callisaya coge una cantidad de totora y muestra una capa de grasa de color negro que se ha impregnado sobre los tallos de la planta milenaria. Al tocar la materia grasa se impregnan sus manos. Cuestiona y pregunta si esa totora podría ser el alimento de las pocas vacas que cría en su parcela.

Otro aspecto que es de mucha preocupación del isleño es la acumulación del limo del lago, ya que cada vez se acorta y en el fondo hay capas de barro sucio.

El hijo de Armando Callisaya, Isaac, desamarra una cuerda con la que se ataba al muelle un bote de madera, usa los dos remos y navega unos 25 a 30 metros, en el lugar hay muchos totorales. Las plantas acuáticas con largos tallos de hasta dos metros de altitud sobresalen del agua, pero la mayor parte de ellas están marchitas y secas.

Según las conclusiones de los estudios de Lidema, la contaminación ambiental afecta a la toda el área de influencia de Cohana, que abarca a las comunidades de Belén Yayes, Cumana, Wamán, Pajchiri, Quewaya, Kaskachi y Chojasivi. El mal continúa en avance y empeora hacia las zonas interiores del lago menor; llega a la isla Pariti y se acerca a la isla Suriki. También se menciona que la contaminación ambiental llegará hasta Taraqu y Puerto Pérez.

Algunos expertos medioambientalistas consideran que una de las soluciones es cumplir el tratamiento de las aguas residuales para depurarlas y transformarlas en agua para riego y recién permitir que lleguen al lago Titicaca. Sin embargo, es lamentable proyectar que una verdadera restauración del entorno ecológico del lugar lacustre puede varias décadas sino siglos para reconstruir los ecosistemas, que se perdieron en el lago sagrado.

Los totorales y su valor ecológico. La totora, desde hace milenios, ha sido la materia prima, alimento y medicina para los habitantes de las regiones lacustres. El tallo, llamado en aymara chhullu, es fibra cruda, beneficiosa para el organismo humano, ya que evita las constipaciones y previene el cáncer de colon. La planta también es medicinal, sus flores quemadas sirven como un astringente natural para las heridas, mientras que las diferentes clases de totora posibilitan la elaboración de diversa y fina artesanía, además de objetos utilitarios y ceremoniales.  

Daño. "Aquí hay que cortarlas y quemarlas –las totoras– sino terminarán pudriéndose en el lago", explica Isaac Callisaya, quien no deja de remar e intenta buscar algunos patos llamados chuqa. Hay pocos que se quedaron y se adaptaron a la contaminación. Los totorales protegían los ecosistemas acuáticos en los que las aves anidaban. En las raíces de las plantas, los anfibios también depositaban sus huevos. Todo eso ha cambiado y la biodiversidad de los ecosistemas de los totorales ya está en proceso de extinción.


 




Fuente:
19 de julio de 2014, Consumen agua contaminada del lago Titicaca. www.laprensa.com.bo
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