Entre risas, gritos y empujones, varios niños de la localidad Santa Cruz Tejalpa compiten cada día festivo por lanzarse en primer lugar desde una roca que corona la poza de la barranca conocida por los habitantes del lugar como El Remolino del señor Arcadio. El agua que recibe a los infantes, perteneciente ya al río Atoyac desde la desembocadura en éste del río Tehuitzingo en la localidad de Tuzantlán, es negra y despide un fuerte olor.

La vigilancia de los pequeños por madres como Delia Chávez ya registró la muerte hace seis meses de decenas de peces que "la gente consumió y no deberían". La narración de la anécdota surge sólo después de cuestionar por qué un agua antes limpia, "hace años", está salpicada ahora de nubes de residuos verdosos. "Ahorita se podría decir que el agua limpia no está, lo único que tenemos es esto", se excusó Delia mientras aseguraba que siempre recomendaba a sus dos hijos pequeños no abrir la boca cuando bucearan en la poza.

TUBERÍA DE DRENAJE ROTA DESDE HACE CASI UN LUSTRO

Únicamente alrededor de 15 kilómetros separan la diversión acuática de los niños del origen de la contaminación, una rotura del sistema de drenaje de Tehuitzingo. Ubicada a menos de mil metros de la cabecera municipal, la barranca de Tehuitzingo, por donde fluye el río del mismo nombre, esconde el fracaso de una red de drenaje cuyas obras fueron inauguradas por todo lo alto en octubre de 2009.

Paralelo al caudal de agua dulce, transparente y lleno de pequeños peces que nadan con rapidez, transcurre una tubería encargada, tal y como se proyectó en un inicio, de dirigir los residuos de los más de 5 mil habitantes de la cabecera del municipio hasta la Planta Tratadora de Aguas Residuales, ahora completamente abandonada después de haber sido construida con recursos federales de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol).

Sin embargo, una gran rotura en uno de las decenas de metros sin encofrar ni soterrar provoca el vertido constante, día y noche, desde 2010 del líquido residual en el río Tehuitzingo, señalado por el olor de putrefacción que envuelve la zona. A partir de este punto, como si se tratara de dos caudales distintos, el agua ya no es clara sino verdosa y negra, salpicada de espuma propia de productos químicos y sin rastro de vida acuática.

PRESENCIA DE RESIDUOS FECALES

La contaminación que se advierte en el lodo negruzco que inunda el agua fue confirmada en 2012, aproximadamente dos años después de que los vecinos del lugar alertasen sobre la rotura, por el Laboratorio de Análisis de Calidad del Agua y Medio Ambiente S.A de C.V (LAB ACAMA). El análisis del agua vertida por el punto de emisor, tal y como se conoce técnicamente a la zona de la tubería rota, arrojó unos preocupantes resultados.

La existencia de materia flotante en el agua, es decir, "cualquier objeto visible, sin importar su composición o forma, que se mantenga flotando libremente en la superficie de un líquido" según el Instituto Nacional de Ecología, supera los límites establecidos por la NOM 001 SEMARNAT /96.

Los términos de contaminación establecidos por esta normativa de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) también son excedidos por la concentración de coliformes fecales.

Mientras que la legislación prevé un máximo de 2 mil microorganismos por 100 mililitros, la concentración cuantificada fue de 2 mil 400. Entre las bacterias de este género, provenientes de las heces de humanos y animales, la más representativa es la Escherichia coli (E Coli) que puede causar diarrea hemorrágica o insuficiencia renal.

MUERTE DE RESES POR INGERIR AGUA CONTAMINADA

Más de veinte reses murieron desde 2010 por ingerir esta agua contaminada y contraer coccidiosis -infección intestinal causada por un parásito-, aseguró Miguel Arellano López, presidente de la Asociación Ganadera de Tehuitzingo. "Nadie hace caso de este problema, la contaminación afecta también a los pozos de los que la gente bebe", señaló con desesperación el representante de los ganaderos, quien lleva desde hace cuatro años denunciando el problema a la administración actual y la pasada.

Fue precisamente el anterior edil, Leopoldo Estrada Gervasio, quien inauguró en 2009 las obras de drenaje y de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales del municipio mediante una inversión federal de más de 11 millones de pesos, un proyecto aprobado por la Comisión Nacional del Agua (Conagua), a pesar de presentar fallas en, por ejemplo, su encofrado.

En aquel momento, Estrada Gervasio reconoció la existencia de focos de infección de hepatitis y cólera por el vertido de las aguas contaminadas que, incluso, alcanzaban pozos del líquido vital que ingerían los habitantes del municipio.

La que entonces se justificó como la mejor solución para combatir este problema, la Planta Tratadora de Aguas Residuales, se encuentra ahora en total abandono. Una espesa vegetación y rastrojos cubren en la actualidad, y sólo cinco años después de su construcción, los modernos reactores de la infraestructura.

El municipio de Tehuitzingo no es, sin embargo, la única problemática en el tratamiento del recurso hídrico, tan celebrado hoy por el Día Mundial del Agua, que sufre el estado de Puebla. Y es que, según Germán Sierra Sánchez, delegado estatal de la Conagua, sólo el 6.5 por ciento de las plantas tratadoras de aguas residuales poblanas -nueve de 140-, se encuentra trabajando correctamente o han sido ya rehabilitadas para emprender el filtrado del líquido.