No solamente constituyen hábitats de gran biodiversidad natural, los arrecifes coralinos son ecosistemas muy importantes por su alto valor económico. Sin embargo, para el Doctor Roberto Iglesias, investigador de la Unidad de Sistemas Arrecifales del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la UNAM, localizada en Puerto Morelos, Quintana Roo, en nuestro país no hay conciencia de su importancia porque lo que no se puede ver con facilidad, como se haría en un bosque, parece huir más fácilmente del imaginario popular.

Uno de sus alcances más poderosos es probablemente el más desconocido.

“Los arrecifes tienen un gran valor estratégico, pues son capaces de disipar hasta el 99% de la energía del oleaje en una tormenta”, señala el especialista y agrega que si pensamos en la cantidad de millones de dólares que significa la inversión hotelera en Quintana Roo, estado que concentra importantes sistemas arrecifales, tal vez valdría la pena considerar el destino de las aguas residuales con los que estos asentamientos urbanos dañan a los corales, condenándolos a la desaparición a largo plazo.

Para el investigador, el principal reto es la contención de las amenazas locales. “En el caso de Quintana Roo no hay drenajes y aunque la Norma Oficial Mexicana autoriza inyectar los desechos a una distancia de noventa metros, esto no pasa porque los desechos flotan y regresan en un círculo de contaminación constante”, acota.

Iglesias comenta que otro estado que tiene muy graves problemas con el manejo de sus aguas residuales es Veracruz, con más de setenta salidas de aguas contaminantes sin control y plantas de tratamiento que no funcionan.

Al respecto, la Maestra Verónica Aguilar, especialista en información y análisis de ambientes acuáticos de CONABIO, coincide en el estrés que presenta el Sistema Arrecifal Veracruzano, protagonista de las cinco zonas más importantes de arrecifes localizadas a lo largo del Golfo de México.

“Hace poco se amplió la parte de carga del Puerto, así que el desarrollo esteroportuario y la modificación de la poligonal incidió en los hábitats de Bahía de Vergara, que es un lugar donde estaba gran parte del arrecife”, acota Aguilar.

De hecho, cuando esta transformación inició, hace un par de años, investigadores de varias instituciones académicas, como el CIESAS-Golfo, inmediatamente subrayaron el gran error que se cometía, pues la ampliación del Puerto lo dejaba a su vez en una situación de mayor vulnerabilidad frente a los fenómenos hidrometeorológicos.

Esto se suma a los problemas de contaminación y asolvamiento provocados por la infraestructura urbana, así como a las descargas de los ríos Jampa, Antigua y Papaloapan. Por si fuera poco, las actividades agrícolas generan aguas contaminadas con pesticidas que se constituyen como la estocada final a su patrimonio marino.

¿Cómo salvar un arrecife?

Para la especialista tratar de revertir esta problemática tiene un alto grado de complicación por el impulso multifactorial que conlleva.

Aguilar señala que en primer lugar sería indispensable tratar el agua que fluye en la zona costera. En segundo lugar habría que trabajar con la parte agrícola de la Cuenca para reducir el impacto de pesticidas y fertilizantes, así como reforestar para mitigar el impacto de la erosión y la consecuente sedimentación de la zona costera.

Otro punto importante, sería hacer viveros para recolonizar el arrecife. “Se pueden hacer pequeños cambios puntuales, pero cualquiera de ellos necesita organización y voluntad política, así como la participación de muchas instituciones. También se requieren programas de evaluación ecológica muy puntuales, algo que no se hace actualmente”, comenta.

Según información de la CONABIO existen 13 áreas naturales protegidas (ANP) que incluyen zonas con arrecifes. El 70% se encuentra en el Golfo de México y Mar Caribe, mientras que las restantes se localizan en el Golfo de California y en el Pacífico. En esta última zona, los arrecifes son más pequeños y sus distancias geográficas entre uno y otro son más pronunciadas.

El doctor Iglesias señala que no hay estrategias de recuperación diseñadas para la problemática específica de cada arrecife.

“Las áreas marinas protegidas son un paso para la conservación, pero no estamos seguros de que están funcionando”, dice, enfatizando que uno de los temas principales que tendríamos que responder es si con este tipo de estrategias basta o qué se tendría que hacer para lograr una recuperación real.

“Hace falta investigación y gobernanza”, señala y agrega que la CONANP (Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas) “sin dientes ni presupuesto”, es totalmente incapaz de defender arrecifes de zonas donde la industria de construcción lleva la batuta y la constante es que no hay control en el manejo de sus desechos.

Iglesias señala que se han realizado esfuerzos para mitigar ciertos problemas, por ejemplo, propiciando zonas de no pesca en algunas comunidades coralinas como el caso de Cabo Pulmo.