Dice Christiana Figueres, la máxima autoridad de las Naciones Unidas (ONU) para el cambio climático, que el clima dejó hace rato de ser el mismo, el de los patrones preestablecidos, el que permitía predicciones inamovibles e incluso jugar a las cabañuelas. Sin que el calentamiento global tenga toda la culpa, pero tampoco sin olvidar sus efectos, Colombia es muestra incuestionable de ello.

El nuevo año nos recibe con la temporada de pocas lluvias de siempre, pero inusualmente propulsada por otra amenaza: un fenómeno del ‘Niño’, que hará mucho más intensa la disminución de la humedad.

Para el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), El Niño ya está en el territorio, pero en su fase de desarrollo. Su madurez y máximo impacto se esperaría para finales de febrero y parte de marzo, según lo ha explicado Ómar Franco, director del Ideam. Hay un 80 por ciento de probabilidades de que lo anterior ocurra. Pero parece haber unanimidad, y un ciento por ciento de certeza, en que este nuevo suceso de variabilidad climática será débil. Esto lo avalan no solo Franco y el equipo del instituto, sino la Administración Atmosférica y Oceánica de Estados Unidos (NOAA), la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Servicio Meteorológico de Australia. Pero se sabe que aunque sea débil, esta no es una condición que vaya a anular, de un tajo, la vulnerabilidad del territorio y la peligrosidad del fenómeno. “Un ‘Niño’ débil nos puede hacer mucho daño, y por eso debemos estar preparados”, ha insistido Franco.

Y es que sin importar su fuerza, Colombia ha sido un país históricamente apaleado por estos eventos. En 1992, durante el gobierno de César Gaviria, las lluvias desaparecieron, los embalses se secaron y las principales ciudades padecieron apagones. Otro Niño imborrable fue el ocurrido entre 1997 y 1998, tal vez el más fuerte de la historia reciente, que causó pérdidas por US$ 564 millones, según la Corporación Andina de Fomento (CAF), principalmente en el sector agrícola. Y ya en el siglo XXI, hemos visto los estragos de los ocurridos entre el 2002 y el 2003, el 2007 y el 2010. Este último, por hablar solo de una de sus consecuencias, causó la destrucción, por incendios forestales, de 70.000 hectáreas de coberturas boscosas.

Bajo nivel de los ríos
Este año, el nivel de algunos ríos trascendentales está en déficit, sobre todo los de las cuencas del Magdalena y el Cauca. Esto, porque en el invierno pasado (septiembre-diciembre) no llovió lo que se esperaba, bajón hídrico que se ha agravado por la deforestación y la consecuente sedimentación de los caudales.

El Magdalena está muy bajo en el tramo entre Puerto Salgar (Cundinamarca) y Puerto Wilches (Santander). Los niveles en este sector están por debajo de los promedios mínimos para enero, lo que puede incluso restringir la navegación y el abastecimiento de algunos municipios que tomen agua del cauce. Otro río en problemas es el Cauca, que está por debajo del nivel mínimo histórico (pasó de 1,80 metros de profundidad a 1,50 metros) en el tramo entre Candelaria (Valle) y La Virginia (Risaralda).

Por esto, son al menos 18 los departamentos en riesgo de que algunos de sus municipios enfrenten racionamientos de agua. La mayoría, del Caribe (Bolívar, Cesar, Córdoba, La Guajira, Magdalena y Sucre), a los que se suman los Santanderes, Antioquia, Boyacá, Cundinamarca, Tolima, Huila, Valle, Cauca, Nariño, Arauca, Vichada, y Casanare, donde se teme que la mortandad de animales reaparezca.

Esto sin contar que la Defensoría del Pueblo, no obstante las inversiones públicas por más del billón de pesos para construir acueductos, sigue insistiendo en que el 80 por ciento de las cabeceras municipales se abastecen de fuentes de agua frágiles o en peligro de desaparecer a mediano plazo.

Pese a este panorama, Carlos Iván Márquez, director de la Unidad de Gestión del Riesgo de Desastres (UGRD), explicó que el país está listo para enfrentar esta temporada de pocas lluvias.

“La capacidad de prevención se fortaleció con 92.000 millones de pesos en el 2014, y tenemos 50.000 millones de pesos más para atender el posible desabastecimiento”, dijo Márquez.

Entre otras obras, en La Guajira, dice Márquez, hay una planta desalinizadora portátil, se construyeron 42 pozos y existe una flotilla de 87 carrotanques. “Y para todo el Caribe instalamos 500 tanques de almacenamiento de agua, con capacidad de hasta 20.000 litros, que hemos llenado con las lluvias de los últimos meses, y el Ejército tiene un taladro de 1.000 metros para hacer más pozos”, agregó Márquez.

Aurelio Iragorri, ministro de Agricultura, dijo además que hasta el momento no hay sectores productivos ni productos en crisis por falta de agua. “No hay que alarmar al país ni crear ninguna situación de emergencia, que no existe. Ha habido variación de precios en algunos productos; por ejemplo, la papa ha sufrido un aumento de precio, pero porque la cosecha fue atrasada intencionalmente para evitar daños por heladas”, explicó Iragorri.

A esta estrategia de prevención y atención anunciada se suma una educativa. El ministro de Ambiente, Gabriel Vallejo, presentó el viernes, en Yopal (donde no hay acueducto desde hace más de dos años y la población debe abastecerse con carrotanques), la campaña institucional ‘Dale un descanso al agua, úsala responsablemente’, la cual busca que los ciudadanos y empresarios utilicen adecuadamente el recurso hídrico en esta época de escasez.

Once incendios diarios en promedio
Los incendios forestales son otra de las consecuencias de la temporada seca. Hasta el viernes, y desde el primero de enero, la Unidad de Gestión del Riesgo ha reportado 175 emergencias (11 diarias en promedio), en 98 municipios, que han consumido casi 3.000 hectáreas, principalmente en Antioquia, Boyacá, Cundinamarca, Santander y Meta. Pero Carlos Iván Márquez dice que, como nunca antes, se tienen helicópteros de la Fuerza Aérea a disposición de la Unidad de Gestión del Riesgo para atender estos eventos. Otra prioridad para el Gobierno será judicializar a las personas que han causado algunas de estas conflagraciones. Hasta hoy no existe ningún pirómano capturado, pese a que más del 80 por ciento de los casos han sido causados por acciones humanas.

‘Vienen tres meses que pueden ser muy duros’
El ministro de Ambiente y Desarrollo, Gabriel Vallejo, ha hecho una gira por el país, principalmente por los departamentos más vulnerables frente al ‘Niño’, para crear conciencia sobre el uso del agua. Vallejo habló con EL TIEMPO tras una visita a Yopal (Casanare).

¿Cuál es la mayor debilidad del país frente a estos fenómenos?
Pienso que es la desarticulación de las instituciones, pero además, un atraso de muchos años en el manejo y preservación de las cuencas hidrográficas. Por primera vez estoy viendo que lo primero ha ido cambiando para bien.

Uno de los departamentos con mayor amenaza es Casanare...
No podemos negar la vulnerabilidad de Casanare. Pero ya hemos construido ocho pozos profundos; acabamos de llegar de coordinar un gran trabajo entre instituciones, que incluye a las empresas de la zona. Y el Ministerio de Vivienda está próximo a abrir la licitación para hacer el acueducto de Yopal.

El viernes llovió en Bogotá. ¿Qué decirle a la gente para que crea en los pronósticos sobre la sequía?
No nos podemos dejar engañar de esas lluvias; se sabía que iban a llegar, aun con la temporada seca. Segundo, que el clima de Bogotá no es un espejo de lo que sucede en el resto del país. Hay que seguir ahorrando agua, energía; se nos vienen tres meses que pueden ser muy duros..