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Noticias Internacionales - Febrero 2015


03 de febrero de 2015

El agua que se fue; una muerte de la naturaleza

 

CIUDAD DE MÉXICO, 3 de febrero.- El mar de Aral, en realidad un lago, estaba ubicado en Asia Central, entre las fronteras de Kazajistán y Uzbekistán. Esa zona se ha secado y se ha convertido en un desierto en donde quedan los esqueletos de algunos barcos.

Lo que fue el cuarto lago más grande del mundo, con una superficie de más de 65 mil kilómetros cuadrados, ha desaparecido, convirtiéndose en un desierto de residuos tóxicos.

La transformación de este mar ha sido catalogada como un “terrible desastre ecológico y ambiental” y ha sido atribuido a la acción humana.

Este inmenso trozo de agua desapareció en al menos 50 años. “Recuerdo los mapas del colegio con esas manchas en azul que representaba el agua. El mar de Aral tenía una sonoridad especial. La revista Time presentó un artículo que hablaba sobre la desertización del mar, se ilustraba con el gráfico en el que se veía el mar de hace 50 años y el de ahora. Ya en 1965, las autoridades soviéticas decían que el mar de Aral debía morir como un soldado en la batalla”, explica Isabel Coixet, directora del documental Aral, el mar perdido.

La acción que más influyó en la transformación del mar de Aral data de 1965, cuando un proyecto impulsado por la Unión Soviética desvió el agua de los ríos Syr Darya y el Amu Darya, que alimentaban a este inmenso lago, para rociar millones de hectáreas dedicadas a la producción de algodón y otros cultivos.

El Aral se pudo salvar. En  2010, según las estadísticas, había perdido el 75 por ciento de su volumen, pero nada se hizo por rescatarlo.

Kazajistán y Uzbekistán, naciones que se lo repartían, están hoy en día enfrentadas con Kirguistán y Tayikistán, repúblicas por donde fluyen los ríos que alimentaban el otrora gran mar interior.

Con este desastre, las comunidades que utilizaban el lugar para la pesca y la agricultura se fueron quedando sin recursos. Además, el agua, que se volvió cada vez más salada, se contaminó con fertilizantes y pesticidas, convirtiendo el lecho seco en un peligro para la salud pública al levantarse con el viento el polvo con sustancias químicas agrícolas.

Hace tres días se declaró formalmente muerto al mar Aral, un hermoso remanso que fue vaciado de agua para diversos proyectos de riego sin pensar en el futuro.

Ya sólo queda como motivo de nostalgia. La compañía teatral Theatre de l’alambre presenta, desde el año pasado, Aral, una historia dentro de otra, en la que un grupo de marineros encallados en un barco en la arena tratan de revivir el pasado y aceptar que el mundo ha dejado atrás un mar.

En la primera década, entre 1960 y 1970, el nivel del Aral se redujo a un ritmo de 20 centímetros al año, aumentando al triple en la década siguiente y a casi un metro anual durante 1980.

Esta pesadilla de un mar sin agua es una dolorosa realidad. Ahora es un páramo en el que se refleja un sol furioso, un viento feroz y un calor tenaz. Los planes de irrigación a gran escala en el oriente no funcionaron y hoy, junto a la población de Nukus, sólo queda el polvo de un arrabal reseco y antipático.

Para 1987, el mar Aral se terminó partiendo en dos: el del Norte y el del Sur. Para 2001, el lado sur se subdividió, formándose el lóbulo oriental y el lóbulo occidental.

La idea fue levantar la producción de algodón cambiando el cauce de los dos ríos que lo alimentaban. Nunca se midió el alcance y por ello hay todo un ecosistema desaparecido. Había vida, peces, pájaros, barcos que surcaban el mar, laboratorios, potentes empresas conserveras. Hoy, el algodón ya no lo quiere nadie y la zona está devastada. Las consecuencias económicas y sanitarias son trágicas. Las malformaciones, el cáncer linfático y las radiaciones son algo normal en la zona.

El mar se secó a una velocidad de vértigo.

En los últimos cinco años, el nivel del agua disminuyó hasta que el lóbulo sur del Aral se secó este año, siendo uno de los más grandes desastres naturales en la historia de la humanidad.

50 años bastaron para secar el mar de Aral a causa de un proyecto algadonero


 


Fuente:
03 de febrero de 2015, El agua que se fue; una muerte de la naturaleza. www.excelsior.com.mx
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