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Noticias Internacionales - Octubre 2015


23 de octubre de 2015

La capital de Zambia es incapaz de saciar la sed de su población

Magdalena Mis

En las áreas urbanas del país, el acceso al agua ha descendido del 89% de 1990 al 85% de 2012. El incremento poblacional agravará el problema si no se toman medidas

El sueño de Dorothy Zulu es tener un grifo y un pequeño huerto en su casa de Ngombe, uno de los muchos barrios pobres de Lusaka, la capital de Zambia

Para conseguir agua, Zulu, madre de seis hijos, tiene que estar en uno de las docenas de puestos que salpican la polvorienta barriada a las seis de la mañana. “Hay que levantarse pronto porque a las diez ya no queda nada”, cuenta esta mujer de 54 años mientras hace la colada en las turbias aguas de un arroyo poco profundo que atraviesa Ngombe. Zulu sobrevive con 10 kwacha (1 dólar) diarios, y, como la mayoría de los 120.000 habitantes de la vecindad, gasta una tercera parte en agua. “Si no tienes dinero, no puedes beber”, explica Zulu.

En general, en Zambia, el porcentaje de personas con acceso al agua potable ha aumentado desde 1990, pero en las áreas urbanas ha descendido del 89% de entonces al 85% de 2012. Dado que se prevé que, para 2100, la población zambiana al menos se habrá quintuplicado, los expertos pronostican que el país sudafricano tendrá problemas para cubrir la demanda de agua, sobre todo en las ciudades, donde se supone que el crecimiento será más rápido.

Para alcanzar el acceso universal al agua potable y al saneamiento de aquí a 2030 —uno de los objetivos de desarrollo que se aprobaron en la cumbre de la ONU a finales de septiembre—, Zambia tendrá que abastecer de agua a toda la población, incluida la que vive en barrios pobres.

Según los expertos, también será necesario centrar los esfuerzos en reparar y ampliar las maltrechas infraestructuras. “La falta de acceso al agua en los asentamientos informales es un asunto de alcance mundial que refleja un patrón más amplio de discriminación y desigualdad en el mundo”, declaraba Catarina de Alburquerque, presidenta ejecutiva de la organización de colaboración internacional Servicios Sanitarios y Agua para Todos.

“La idea que hay detrás de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es que ningún objetivo se puede considerar cumplido a menos que lo haya sido para todos los grupos económicos y sociales, incluida la gente de los barrios más pobres”.

Solo alrededor del 36% de los más de dos millones de habitantes de Lusaka tiene agua corriente en sus casas, según el Consejo Nacional del Agua Potable y el Saneamiento de Zambia(NWASCO, por sus siglas en inglés). Brian Chanda, jefe de planta de Ngombe Water Trust, un grupo organizado por la comunidad que gestiona el abastecimiento de agua a la barriada, informa de que tan solo la mitad de sus habitantes tienen acceso al agua potable.

El resto depende de pozos superficiales, a menudo contaminados, de perforaciones privadas o de vendedores que venden el agua con un recargo del 50% sobre la tarifa establecida por el Ngombe Water Trust. El grupo comunitario tiene dos pozos perforados en Ngombe y también compra agua a la empresa pública provincial Lusaka Agua y Alcantarillado (LWSC, por sus siglas en inglés), pero en algunas zonas de la ciudad el agua de LWSC está racionada debido a que la demanda es mayor que las reservas de la empresa, lo cual provoca un déficit de 80.000 metros cúbicos diarios, según datos del Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos. En consecuencia, el grupo solo puede llenar sus depósitos durante cuatro horas al día.

“Necesitamos más perforaciones porque la población crece casi a diario”, manifiesta Chanda a la Fundación Thomson Reuters. LWSC ha prometido perforar otros dos pozos en Ngombe para octubre, pero Chanda sostiene que sería mejor que fuesen 10 más.

Cuestión de dinero

La rápida expansión de los asentamientos irregulares como el de Ngombe —que atrae a gente de las zonas agrícolas del interior que busca mejores perspectivas económicas— es un reto para los municipios que intentan ofrecer infraestructuras en condiciones, como el agua corriente.

En Lusaka el problema se ve agravado por las fugas de agua debidas a la precariedad de las infraestructuras, por la irregularidad del suministro eléctrico y por la disminución de las reservas de agua de los embalses y los ríos durante las estaciones más secas. Otro impedimento es el financiero. “El dinero es el mayor problema”, anuncia Yvonne Mwandu Siyeni, ejecutiva de LWSC. “Esperábamos ampliar el servicio a esas zonas cuando dispusiésemos de dinero, solo que, al ritmo al que están creciendo, no damos abasto”.

Los expertos afirman que se generarían más ingresos si las autoridades pudiesen hacer que los habitantes, desesperados por tener un abastecimiento de agua fiable, dejasen de perforar pozos privados y solicitasen la conexión a LWCS.

En 2014, la compañía perdió el 42% de sus reservas —muy por encima del listón del 25% considerado aceptable— debido sobre todo a las “enormes” pérdidas de agua provocadas por el mal estado de las instalaciones, informa NWASCO.

“Una de las razones por las que la gente está perforando pozos es que tiene en cuenta la capacidad actual de Lusaka Water para prestar el servicio”, explicaba Reuben Sipuma, director de programas de la ONG Agua e Instalaciones Sanitarias para los Pobres de las Ciudades (WSUP, por sus siglas en inglés).

Pero para Sumila Gulyani, experta en estrategia urbana del Banco Mundial, la imposibilidad de llevar agua a los asentamientos no planificados no es solo una cuestión de dinero.

“Si estás en Londres o en Lusaka y tienes una casa o un piso corrientes, no cabe duda de que [una empresa] te prestará el servicio de abastecimiento de agua”, comentaba Gulyani a la fundación en una entrevista telefónica desde Washington.

“Pero cuando se trata de dar servicio a un barrio pobre, todos [aducen] que no tienen dinero para ampliar el abastecimiento completo de agua corriente”. Sencillamente, los pobres no son una prioridad para las compañías de agua, opina Timeyin Uwejamomere, gerente de soporte técnico de programas urbanos de la ONG WaterAid, que ha construido dos de los puestos de distribución de agua de Ngombe.

“Esta injusticia afecta constantemente a los pobres. El problema es que no tenemos ni el liderazgo ni la mentalidad necesarios para dedicarse a conseguirlo”, sentencia Uwejamomere. “Los tipos que dirigen esas empresas tienen sueldos subvencionados y les paga el Gobierno. Tanto si obtienen beneficios como si no, siguen cobrando igual, así que, ¿dónde está el incentivo?” Hasta que no se encuentre alguno, el agua corriente no será más que un sueño para Zulu.

“Me encantaría tener un huertecito si tuviese agua en casa”, dice mientras acaba de aclarar la ropa en el turbio arroyo. “No me parece que Lusaka Agua cuide mucho de esta comunidad”.

 

Dorothy Zulu, de 54 años, lava su ropa en Lusaka, Zambia. / MAGDALENA MIS (THOMSON REUTERS FOUNDATION)



Fuente:
Magdalena Mis, 23 de octubre de 2015, La capital de Zambia es incapaz de saciar la sed de su población. www.elpais.com
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