SANTA CATARINA OCOTLÁN, SAN JUAN BAUTISTA COIXTLAHUACA.- Las llanuras y montañas se han pintado de un tono sepia. El paisaje es tan seco que asfixia.

Una nube de polvo se levanta entre las patas cansadas de una mula que lleva a lomo cargas de galones con agua.

Es el primero de cinco viajes diarios que don Narciso, apoyado de su mula, realiza hacia uno de los pozos de captación pluvial que suministra a Santa Catarina Ocotlán, población ubicada en la mixteca oaxaqueña, en donde la erosión aderezada con la marginación y la pobreza conforman un desierto.

Por años olvidados por el gobierno estatal y federal, habitantes de esta agencia perteneciente a San Juan Bautista Coixtlahuaca, luchan por no morir de sed.

A través del tequio, es decir al trabajo comunitario, hombres y mujeres han cavado pozos y abierto ollas de captación pluvial para garantizarse por ellos mismos el derecho constitucional al agua.

“Así es como vivimos pero ustedes creen que ¿esto les importa a los diputados, a los gobernantes? -cuestiona don Narciso con el tono enérgico que caracteriza a la indignación- Pues no –responde él mismo- Como ellos viven en el lujo y la comodidad qué les va a importar el pueblo, pero eso sí cuando es tiempo de campaña hasta nos mandan a los camiones para llevarnos de acarreados”.

El peso de los 80 litros de agua hace que la mula se tambalee de un lado a otro esquivando el camino minado con piedras sueltas, chamizales y biznagas. Aun agonizando el invierno, el viento tiene aliento gélido.

Violento Estiaje
Las lluvias se alejaron hace cinco meses. Muchos de los tinacos de almacenamiento pluvial colocados en las casas están vacíos. En el solar de la vivienda de Narciso y su esposa Esperanza hay otra veintena de galones que llenar y transportar para la realización de las tareas diarias.

Aún bajo estas circunstancias, la pareja y sus siete hijos se dicen afortunados en medio del desierto porque el pozo que surte de agua se encuentra a unos 200 metros de su domicilio, a diferencia de otros ciudadanos y ciudadanas quienes tienen que caminar más de una hora para poder acceder al vital líquido.

Aunque desde febrero de 2012 México forma parte de los países que incluyen dentro de su Constitución el derecho humano al agua, en la realidad, esta garantía constitucional continúa inaccesible para muchas poblaciones.

El derecho constitucional establece tanto el acceso, la disposición y el saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible.

Sólo con agua de lluvia
Camino al centro de la población los anuncios colocados en las fachadas de las casas y prendidos de los árboles, son insistentes “Cuida el agua, es fuente de vida”, y a falta de agua otro es aún más específico: “Limpieza es salud. Bañarse cada 2 días”.

“El agua no es suficiente, no hay entubada y toda la que captamos es agua de lluvia. Hemos hecho cisternas para suministrar al centro de la población; pozos y ollas de captación para el resto pero ni aún así”, explica Olga Lidia Betanzos Cruz, quien desempeña la función de alcaldesa única constitucional en Santa Catarina.

Debido a la ubicación orográfica, la obtención del vital líquido a través de otras fuentes de abastecimiento se hace una labor titánica. Aureliano Cruz López, agente municipal suplente añade que al intentar realizar pozos profundos han fracasado.

La cantidad de subterráneos que cruzan por esta zona, ocasiona agrietamientos en la tierra y no retiene el líquido que se filtra al subsuelo.

Hace 30 años, el agua era extraída de Chicahua, una población cercana, sin embargo con el paso del tiempo el recurso natural también se fue agotando.

Ante esta situación, todas las viviendas tienen adaptadas cunetas que dirigen el agua de lluvia hacia tinacos o cisternas en donde es almacenada para su uso principalmente cuando aprieta la sequía en lo más crudo del estiaje.

Azalea habita en la zona baja de Santa Catarina. En el patio de la casa que comparte con su madre y sus tres hijos hay un tanque de almacenamiento de agua. El depósito se encuentra lleno pero Azalea prefiere hace una caminata de media hora diaria en burro hacia el paraje conocido como el Zapotal en donde se ubica otro de los pozos de captación pluvial.

“Este tanque no lo he gastado, lo estamos ahorrando para lo más duro de la cuaresma cuando los pozos descienden de su nivel. No tener agua es difícil, ¿cómo nos bañamos, cómo lavamos, qué tomamos?, sin el agua no hay vida y nosotros no queremos morir de sed”, expresa mientras sus ajadas manos trenzan la palma en un sombrero.

Como todos los habitantes de Santa Catarina, el agua pluvial es utilizada para la ingesta humana sin pasar por algún filtro de potabilización que permita garantizar el cuidado de su salud.

La joven es taciturna. Se dedica al tejido de palma, sombreros, tenates y petates actividad por la cual gana unos 60 pesos por semana.

Migrar por falta de agua
Al pasar de los años la población se ha visto disminuida. En un lapso de una década 40 por ciento de los habitantes de Santa Catarina han migrado hacia otras partes de la entidad o del país en busca de mejores condiciones de vida.

Los centros educativos dan cuenta de ello. Efraín Castellanos Hernández, director de la escuela telesecundaria 20DTUB0079W perteneciente a la zona 09 con cabecera en Asunción Nochixtlán, señala que el principal problema que existe en la comunidad es la falta de agua. Lo anterior poco a poco ha ido dejando a las escuelas sin estudiantes.

“No es el factor primario, pero sí un detonante ocasionado por la pobreza en la que se vive”.

Según el censo realizado por la agencia municipal, actualmente habitan 450 personas. Hace poco más de 10 años habitaban al menos 800.

“estamos ahorrando para lo más duro de la cuaresma; sin el agua no hay vida y nosotros no queremos morir de sed”: Azalea, habitante de Santa Catarina Ocotlán.