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Noticias Internacionales - Agosto 2016


29 de Agosto de 2016

La sequía desertiza los lagos de Irán

Zahida Membrado

De las más de 600 mesetas existentes en el país 353 están en situación de emergencia

Después del autobús con aire acondicionado, el cuerpo recibe el impacto de los 42 grados. Kashan, en la provincia de Isfahan, es el núcleo urbano más próximo al Daryache Namak (Gran Lago de Sal), un inmenso lago seco cubierto de sal. La alarmante sequía que sufre Irán impide que lagunas como ésta recuperen el aspecto que tenían hace miles de años.

El caso no es aislado:grandes extensiones hídricas se han secado a causa de la escasez de precipitaciones, poniendo en alerta a las autoridades que, ahora, tratan de evitar un desastre humano y natural que podría provocar migraciones masivas en busca de tierra fértil.

Cuando el agua se evaporó, en una época muy anterior, se formaron en Daryache Namak millones de pequeñas salinas de forma geométrica, un fenómeno de la naturaleza que se ha acentuado debido a la sequía. De los 1.800 km2 de superficie que ocupa el lago, tan solo 1 km2 lleva agua en la actualidad. Una cantidad irrisoria que se reduce cada año.

Esta situación de emergencia está tocando también de cerca al sector agrícola, responsable del uso de sistemas de explotación y cultivo de nula eficiencia ecológica. "El derroche de agua es inaceptable y debemos encontrar otros métodos de cultivo menos dañinos", señaló recientemente la ministra iraní de Medio Ambiente, Masoumeh Ebtekar.

Otro lugar dañado es Dasht-e Kavir, desierto situado en la meseta central iraní en cuyo interior emerge el Gran Lago de Sal. La vía asfaltada se convierte en sendero y el sendero en pantalán de pequeñas dunas. Hectáreas de tierra árida, yerma, pobladas de arena y vegetación silvestre capaz de crecer en temperaturas extremas, y dunas de más de 20 metros. Tras una hora de camino, flanqueado por la nada, el paisaje cambia de súbito, el horizonte se aleja y, lo que antes era arena, ahora es sal.

Se trata de uno de los mayores salobrales de Irán. Cualquier punto cardinal tan sólo ofrece sal. Sal húmeda, endurecida, sedimentada en curiosas formaciones poligonales. "Este lago es la mayor atracción turística del desierto. Vienen muchos visitantes. Todos los ríos que llegan a este lago llevan sal. Mires hacia donde mires es lo que único que se ve", enfatiza un lugareño. Al descender del vehículo en medio del lago, los pies se hunden en los montículos de sal, que crepitan tenuemente al ser destruidos. Al intentar agarrar los pedazos de sal, se forman pequeños cortes superficiales en la piel, que al cabo de un rato empiezan a escocer.

¿Cuál es la explicación de este fenómeno? El profesor de Geología de la Universidad de Teherán, Faramarz Koshakhlagh, lo explica: "Hace miles de años, la región estaba ocupada por un océano de elevada salinidad. Tras secarse, dejó una capa de sal de seis o siete kilómetros. Con el paso del tiempo, la capa de sal quedó enterrada bajo una capa de barro, pero hay que tener en cuenta que la sal tiene una densidad muy baja, mucho menor que la del barro que la cubría. Por esta razón, con el paso del tiempo, la sal presionó hacia arriba, traspasó la capa de sedimentos de barro y se sedimentó".

Frente a la tremenda sequía que afecta el país -que ha obligado a realizar cortes puntuales de agua no solo en el sur, sino también en la capital, Teherán-, el Gobierno impulsó hace años los trasvases y presas artificiales. Encima de la mesa se han planteado ambiciosos proyectos para transportar agua desde el Mar Caspio, el Golfo Pérsico y el Mar de Omán hasta el sur de Irán, lo que podría asegurar agua a 47 millones de personas.

Sin embargo, algunos expertos se oponen a estas medidas alegando causas ambientales y económicas y reclaman que el proyecto del Caspio sea descartado debido a las posibles consecuencias en forma de deforestación y pérdida de biodiversidad. La dicotomía entre la gestión del agua y la sostenibilidad continuará hasta que se consigan superar las causas reales de la dramática sequía que afecta Irán: rápido crecimiento demográfico, agricultura ineficiente y mala gestión de los recursos.

Las cifras hablan por sí solas: de las más de 600 mesetas existentes en Irán, 353 están en situación de emergencia debido a la explotación incontrolada de los recursos hídricos subterráneos. La lucha por el agua continúa

 




Fuente:
Zahida Membrado, 29 de Agosto de 2016. La sequía desertiza los lagos de Irán. www.elmundo.es
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