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Noticias Internacionales - Octubre 2016


11 de Octubre de 2016

Agua: vida de la vida

Miguel Azpúrua

El elemento fundamental para la existencia y subsistencia de cualquier forma de vida en los “Pluriversos” que comprenden los diversos y complejos sistemas del Cosmos, es el agua; sencillo en apariencia, con solo dos elementos químicos, Oxígeno e Hidrógeno, en proporciones que la naturaleza ha establecido de sabia manera. El ser humano, depredador por antonomasia, inconsciente, dilapidador y en general despreocupado por todo lo que lo rodea; no ha sabido apreciar en realidad la valía de este recurso perecedero, y cada día más escaso en el hermoso planeta azul, al que fuimos insertados, no sabemos ni comprendemos, por quién o por quienes nos proporcionaron un “Paraíso” en la diáspora creada a partir de la gran explosión que hemos denominado en inglés como “Big Bang”, dispersando por el infinito “espacio exterior”, la savia imprescindible de la formación de vida en cualquiera de sus formas.

En un hábitat que día por día se hace más pequeño para la supervivencia de las variadas especies que han subsistido en este planeta, desde tiempos inmemoriales, la sed acorrala y aniquila, unida al hambre, por la destrucción de millones de hectáreas de vegetación, en el afán crematístico de una sarta de creadores de “selvas de concreto”, desertizando y provocando la extinción de especies naturales que pudieron convivir con el hombre primitivo, que tan solo se ocupaba de conseguir el necesario sustento alimenticio para él y sus familias. Hoy es una tangible realidad, y como juiciosamente alguien apuntó: “las próximas guerras no serán por los hidrocarburos ni por la desaforada terrofagia, sino por el agua”.

La deforestación y la destrucción incesante de la capa vegetal que conocemos como “Humus”, la quema indiscriminada y desafiante por intereses comerciales, la fabricación de peligrosísimos reactores nucleares, varios de los cuales han causado desastres -no solo ecológicos- radiactivos, tales como Chernobil (1986) y el más reciente de Fukushima (2013), que son una amenaza cierta contra la humanidad, que ha provocado la aparición genérica de cáncer de piel en millones de personas, afecciones graves en los sistemas respiratorios de seres humanos -vivos y en período de  gestación- y animales, y qué decir de las aguas marinas contaminadas por la radiación y los derrames petroleros que causan la muerte de peces de todo tamaño, aumentando la hambruna global. Los gobiernos involucrados, tratan de minimizar la verdad de la hecatombe por efectos de sus desmedidas ambiciones; y a través de medios de comunicación “comprados y manipulados”, esconden -o pretenden esconder- las infaustas consecuencias de sus desvaríos.

Mientras el ecocidio aumenta progresivamente, las “lluvias ácidas” son cada día que pasa más recurrentes, arruinando cosechas y “selvas de galería”; hay ciudades donde el   esmog (smog), oculta hasta la luz solar; la contaminación del aire se produce por la polución que se genera de parte millones de vehículos que expelen por sus “tubos de escape”, residuos de combustibles fósiles (bióxido de carbono) que unidos a las chimeneas de grandes industrias que  expulsan desechos de óxido de sulfuro y partículas de minerales, tales como plomo, níquel, manganeso, cobre, carbón mineral y paremos de contar. Y por supuesto las explosiones nucleares que soterradamente realizan las grandes potencias,  experimentando con fines bélicos, destrozan la atmósfera, la cual debe sentirse cansada ya de tantos abusos de la desconsiderada raza humana; y a pesar de publicitados “Convenios de protección ambiental” en simposios internacionales, que no pasan de ser simples “saludos a la bandera”, mientras se prosigue con la nefasta manufactura de aerosoles, herbicidas, fungicidas, fertilizantes y otros productos de aceleración química; y de armas biológicas, en sus afanes incontrolados de poder y dominación.

La Organización de las Naciones Unidas, a través de la Unesco, lucha por y con todos  sus medios de paliar y controlar estos efectos negativos; por ello se decretó el “Día Internacional del agua”, que se conmemora los 06 de octubre, y aunque solo sea para efectos de concientización, ha despertado y “encendido” alarmas en cuando al riesgo inmenso que significa la restricción del acceso a fuentes de agua naturales. La evidente reducción significativa en caudales y cuencas hidrográficas de ríos, lagos de agua dulce,  lagunas, embalses, deshielo continuo, recalentamiento ambiental global; atentan peligrosamente contra la existencia del líquido vital, disperso en acumulaciones gaseosas, que no producen las necesarias precipitaciones en regiones que tradicionalmente se presentaban allí. Y otro tanto se atenta contra el agua, cuando se socaban territorios mineros, con productos altamente contaminantes y destructores del medio ambiente, causando desajustes en los biosistemas, y en los hábitat de los pocos aborígenes que aún subsisten sobre todo en nuestras tierras americanas; donde sus justos clamores no son atendidos por una sociedad pragmática, que se lleva a cualquier etnia por delante, con el fin de satisfacer sus ambiciones más perversas. Y reiteramos nuestra permanente inquietud: El agua es vida de la vida.   

 

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Fuente:
Miguel Azpúrua, 11 de Octubre de 2016. Agua: vida de la vida. www.eluniversal.com
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