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Noticias Internacionales - Septiembre 2016


9 de Septiembre de 2016

Un año para que el convenio de gestión de agua de lastre entre en vigor

NAUCHERglobal, Marta Iturrate

La adhesión de Finlandia al Convenio de gestión del agua de lastre de la Organización Marítima Internacional (OMI) ha provocado la entrada en vigor de esta medida internacional clave para la protección medioambiental, el próximo 8 de septiembre de 2017. El convenio, adoptado por consenso en una conferencia diplomática celebrada en la sede de la OMI el 13 de febrero de 2004, busca impedir la propagación de las especies acuáticas invasoras transportadas en el agua de lastre de los buques.

Los dos requisitos imprescindibles para que el Convenio internacional para el control y la gestión del agua de lastre y los sedimentos de los buques (Convenio Ballast Water Management - BWM) comenzara a aplicarse eran que se hubieran adherido a él al menos 30 estados-miembro de la OMI; y que entre todos ellos sumaran, como mínimo, el 35% del tonelaje de la flota mercante mundial. Con 51 países ya involucrados a la fecha, quedaba por cumplirse la segunda condición, lo que ocurrió ayer, 8 de septiembre, con el depósito del documento de aceptación de Finlandia ante el secretario general de la OMI, Kitack Lim, por parte de la representante permanente de Finlandia ante la OMI, la embajadora Päivi Luostarinen.

El Convenio establece que, a partir de ese momento, su entrada en vigor se consumará una vez haya transcurrido un año; esto es, el 8 de septiembre de 2017. Cuando el convenio sea de aplicación obligatoria, los buques deberán tratar el agua de lastre antes de su vertido al mar, con el fin de eliminar todos los posibles microorganismos acuáticos y especies marinas potencialmente invasivas presentes, tanto en la fase líquida como en los sedimentos.

El agua marina se utiliza habitualmente como lastre en los buques para mantener la estabilidad y la integridad de la estructura. Estos volúmenes de agua, captados en cualquier lugar del mundo, pueden contener miles de microorganismos acuáticos, algas macroscópicas, peces, pequeños crustáceos, etc. Transportados de ese modo por mares y océanos, son descargados en ecosistemas de acogida, tal vez a miles de millas de distancia de sus medios nativos. La liberación de las aguas de lastre sin tratar en los puertos de destino abre la puerta a la invasión de los ecosistemas por especies foráneas, con mucha frecuencia sin depredadores naturales en el nuevo entorno.

Debido al crecimiento del transporte marítimo en las últimas décadas, la introducción y propagación de especias acuáticas invasivas ha dejado de ser una gran amenaza para el equilibrio ecológico del planeta, para transformarse en un fenómeno que ya está ocasionando enormes e irreversibles destrozos en multitud de ecosistemas en todo el mundo. El crecimiento descontrolado de estas especies ajenas a las faunas locales no solo afecta gravemente a la biodiversidad, sino que también ha comenzado a provocan efectos en la salud humana y cuantiosas pérdidas económicas.

Tres ejemplos de estas especies invasivas son la medusa americana, el mejillón cebra y la estrella de mar del Pacífico septentrional. La primera, transportada en el agua de lastre desde la costa oriental de América hasta el mar Negro y el Caspio, fue un factor determinante en el colapso de la pesca en el mar Negro y en el de Azov en 1990, ya que consume ingentes cantidades de zooplancton, alterando la cadena alimentaria. El mejillón cebra viajó como larva desde el mar Negro a Europa occidental y septentrional y Norteamérica. En los ecosistemas de acogida, coloniza las superficies que encuentra, produciendo elevados costes en la limpieza de esclusas, presas, conducciones de agua, canales de riego, etc. Y la estrella de mar del Pacífico septentrional ha llegado hasta el sur de Australia donde se ha convertido en una plaga que, además, se alimenta de especies de alto valor comercial como almejas, vieiras y ostras.

La aplicación del Convenio BWM servirá para reducir al mínimo el riesgo de este tipo de invasores, pero además establecerá de manera clara y meridiana las normas a seguir para gestionar el agua de lastre. Sin embargo, la introducción de estos planes específicos no podrá hacerse de manera inmediata, sino que se implementará gradualmente para permitir la adaptación de los buques. Estos estarán obligados a llevar a bordo un libro-registro de las aguas de lastre, así como un certificado internacional de su gestión. Además, muchos habrán de instalar un sistema específico de tratamiento a bordo para eliminar los organismos no deseados. Los desarrollos en este campo han dado lugar a más de una sesentena de sistemas ya aprobados y disponibles para su implantación. 

 

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Fuente:
NAUCHERglobal, Marta Iturrate, 9 de Septiembre de 2016. Un año para que el convenio de gestión de agua de lastre entre en vigor . www.naucher.com
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