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Noticias UNAM - Agosto 2016


15 de agosto de 2016

Hacia la recuperación de cuerpos de agua y arrecifes en el Caribe

Rafael López

Investigadores de Ecología proponen acciones para detener el deterioro de los principales ecosistemas del sureste mexicano

Ante los efectos del cambio climático que experimentan algunas zonas del Caribe mexicano, un grupo de especialistas del Laboratorio de Ecología Bacteriana del Instituto de Ecología, encabezado por Luisa Falcón Álvarez, ha propuesto líneas de manejo y conservación de ecosistemas, a partir de estudios del microbioma (conjunto de microorganismos –bacterias, hongos y arqueas, entre otros– más sus genes).

El cambio climático es un fenómeno de alcances planetarios que afecta corrientes marinas como las del océano Atlántico. Al debilitarse, éstas han dispersado enormes cantidades de sargazo, una macroalga que crece precisamente en el mar de los Sargazos, desde donde se ha desplazado hasta regiones en las que antes no llegaba en abundancia, como el Caribe.

Recientemente, las arribazones de sargazo al Caribe mexicano han impactado a la industria hotelera de la región. Las playas blancas se han visto invadidas por montañas de algas color café en putrefacción. Por ello, empresarios, funcionarios municipales y habitantes han conjuntado esfuerzos para retirar manualmente la macroalga. Sin embargo, esta problemática demanda la acción conjunta de la sociedad, los académicos, los empresarios y el gobierno.

Cada vez más común

La llegada de sargazo al Caribe es un proceso que se volverá cada vez más común, por lo que se requiere el conocimiento necesario para afectar lo menos posible el equilibro del ecosistema. Entretanto, diversas instituciones gubernamentales y académicas nacionales y extranjeras se han puesto en marcha para atender la situación, porque los efectos del cambio climático no son exclusivos de un solo país: involucran a muchas regiones del planeta.

“Es fundamental conocer cuáles son las bacterias que se benefician del sargazo, pues cuando este tipo de biomasa entra en el arrecife, la diversidad microbiana cambia; por supuesto, también debe saberse cómo dañan al ecosistema arrecifal”, apuntó Falcón Álvarez.

Uno de los organismos estudiados por los investigadores universitarios es Acropora palmata, el formador de coral más importante en el Caribe, que da estructura a la barrera arrecifal mesoamericana. Se sabe que en los últimos 10 años se ha perdido cerca de 80 por ciento de su cobertura sana.

“El deterioro de cobertura coralina se debe a las actividades humanas que se manifiestan como calentamiento global y la contaminación. Con los cambios de temperatura, los dinoflagelados fotosintéticos que crean los corales (Symbiodinium) dejan la simbiosis y regresan a la columna de agua. Al perderse la relación simbiótica, el coral queda solamente con el antozoo (del griego, anthos, flor; y zoon, animal) y por eso pierde color, se blanquea.”

En ese proceso no sólo pierde color sino también la capacidad de precipitar carbonato. Cuando el coral no repara sus células ni crece, se vuelve frágil y, en esa condición, no precipita carbonato, por consiguiente, no puede defenderse de bacterias ni de virus asociados al coral blanqueado.

“Este fenómeno de emblanquecimiento ocurre desde hace unos 15 años y ahora, con la llegada del sargazo, el sistema arrecifal mesoamericano se verá más afectado, lo que podría ser el tiro de gracia para el ecosistema”, advirtió Falcón Álvarez.

Laguna de Bacalar

De acuerdo con la bióloga, las estructuras de arrecife de coral no son las únicas dañadas por el cambio climático en esa zona del sureste mexicano; otro sitio en riesgo es la Laguna de Bacalar, conocida también como la Laguna de los Siete Colores. Sin embargo, recientemente se han reportado florecimientos de diatomeas y cianobacterias que han modificado el color del agua a verde.

Esta laguna, que mide casi 45 kilómetros cuadrados de superficie, se encuentra expuesta a la descarga de drenajes no tratados de poblaciones humanas, sobre todo del municipio de Bacalar. Las aguas negras son vertidas a ésta porque no se cuenta con la suficiente infraestructura para tratarlas. Lo anterior ocasiona florecimientos de diatomeas y cianobacterias que modifican el color del agua y, especialmente, su calidad.

“Muchas cianobacterias son tóxicas, y sus toxinas pueden afectar el hígado de los humanos. Así pues, cuando el agua contiene este tipo de organismos, es muy probable que surjan problemas de salud”, señaló Falcón Álvarez.

 


Acropora palmata muerta, colonizada por bacterias en el sistema arrecifal mesoamericano. Foto: cortesía de Luisa Falcón.



Fuente:
Rafael López, 15 de agosto de 2016, Hacia la recuperación de cuerpos de agua y arrecifes en el Caribe. Gaceta UNAM.
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