Podría acelerarse el ciclo pobreza-deterioro-desigualdad con consecuencias incalculables

De seguir la tendencia actual de pérdida de flora y fauna, no sólo se homogeneizará el ambiente, únicamente con la presencia de ciertas especies, sino que se perderán los servicios ambientales que nos proporciona la naturaleza. Todo ello nos llevará a ambientes aún más degradados, afirmó Constantino Macías Garcia, director del Instituto de Ecología.

Además, podría acelerarse el ciclo perverso de pobreza-deterioro-desigualdad, cuyas consecuencias son incalculables, abundó el experto en ocasión del Día Internacional de la Diversidad Biológica, que se conmemoró el 22 de mayo.

La crisis de migrantes, explicó, no sólo se relaciona con guerras políticas y religiosas, sino también con la pobreza, “y serán cada vez más intensas alrededor del mundo en la medida que perdemos a las especies y la capacidad de que el hábitat nos mantenga. El escenario es apocalíptico y debemos pararlo”.

Superficie agrícola

La efeméride, que fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, este año tiene por tema la “Incorporación de la diversidad biológica. Apoyar a la gente y a sus medios de subsistencia”.

De acuerdo con ese organismo, de la agricultura dependen directamente dos mil 600 millones de personas, pero 52 por ciento de la tierra empleada para esa actividad se ha visto moderada o gravemente afectada por la degradación del suelo, que, en consecuencia, afecta a mil 500 millones de individuos en el mundo.

Se calcula que la pérdida de tierra cultivable ha ascendido entre 30 y 35 veces la tasa histórica; cada año se pierden 12 millones de hectáreas (23 hectáreas por minuto) como consecuencia de la sequía y la desertificación, en las que podrían cultivarse 20 millones de toneladas de cereales. En el mundo, 74 por ciento de los pobres se ve directamente impactado por esa degradación.

Macías Garcia mencionó que hay varias maneras de definir la diversidad biológica; una de ellas es a través de la riqueza genética, aunque la más común es mediante el número de especies de plantas y animales existentes, que no se pueden cuantificar porque todos los días se descubren nuevas. Tan sólo de insectos estamos lejos de conocer el total.

Lo que sí se sabe, dijo, es que ha habido cinco grandes periodos de extinción antes del actual, pero en éste la pérdida de especies es sumamente acelerada y ha sido causada por una sola: la humana. De ese modo, “antes de conocer a todas las que hay, nos las estamos acabando”.

Para hacerlo, los seres humanos hemos sido muy creativos. Una manera es la devastación de hábitats; para ilustrar, hay ejemplares endémicos que evolucionaron en un sitio particular y sólo ahí viven. Si se destruye su ecosistema, ocurre la extinción local y definitiva de la especie.

Otra, la degradación de los ambientes, cuando, por ejemplo, aún existen los ríos, pero con basura, aguas residuales y contaminación por químicos, lo que ocasiona la muerte de los organismos que los habitan.

Una más, “terriblemente insidiosa porque la hacemos todo el tiempo”, es mover especies de un lado a otro; en nuestros jardines tenemos plantas que ni siquiera sabemos de dónde vienen, o pastos para alimentar ganado que ahora son una plaga y que afectan a los ejemplares nativos, como los mezquites; o en ríos y lagos habitan carpas de China o tilapias de África, que no sólo dañan a nuestros peces, sino que los pueden llevar a la desaparición.

Inconsciencia

No hemos tomado conciencia de la importancia de la diversidad biológica para nuestra supervivencia y de que es una fuente potencial de conocimientos prácticos que podríamos perder. Por ejemplo, las plantas, para evitar que se las coman los herbívoros, producen sustancias que podrían ser fuente de fármacos. “Las soluciones de vida que han encontrado nos pueden ser útiles, pero nunca sabremos cuáles son si no las conservamos”, concluyó Macías.