Distribuidas arbitrariamente por la naturaleza en todo el campus, estas islas de roca hospedan especies representativas de flora y fauna del Pedregal

La verdadera basura es tirar a la incertidumbre los desechos. Validar el anonimato y refrendar la huella antropogénica sobre rincones de roca volcánica, matorrales y al pie de los árboles. La fecha de caducidad de una envoltura de pan membretada con un osito blanco, delata que este plástico lleva 10 años ahí, en una de las 312 islas pétreas o pedregalitos (según el más reciente mapeo realizado) con los que cuenta Ciudad Universitaria, que son todos aquellos sitios fuera de la poligonal de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (REPSA) de la UNAM.

“Son los que se encuentran dispersos por el resto del campus y están embebidos por las obras y jardines. Todos son albergues para la biodiversidad nativa. En este lugar tenemos las especies representativas del Pedregal, como palo loco, tepozán, orejas de burro, helechos, orquídeas y bursera, entre otros.”

Además de que aquí se alimentan tlacuaches y cacomixtles, hay distintos insectos y familias de ardillones.

Por todo ello, se convoca a los universitarios y visitantes en general a respetar estos espacios o a integrarse en el Programa de Colaboradores REPSA, que está abierto a cualquier persona mayor de 18 años y dispuesta a involucrarse en al menos una actividad al mes.

Mayor información en
http://www.repsa.unam.mx/index.php/objetivosrepsa/divulgacion/vinculacion/vin-cols.

Libre de basura

Decenas de costales atestados con basura fue el resultado de actividades de recuperación del Pedregal, retiro de desechos, tierra y especies exóticas, registro y reintroducción de especies nativas, emprendido por la Secretaría Ejecutiva de la REPSA.

En esta ocasión la isla pétrea visitada fue el pedregal ubicado frente al Edificio de Programas Universitarios, que está en la vereda que va del Instituto de Física a la Facultad de Ciencias, casi frente al Instituto de Matemáticas.

Encabezados por Hilda Marcela Pérez, responsable de Comunicación Ambiental de la REPSA, cinco jóvenes más de diversas licenciaturas como Biología, Ciencias de la Tierra, Geografía y Medicina Veterinaria, realizaron las actividades de limpieza y recuperación del entorno.

Entre el matorral, Enrique Suárez, de Geografía, quien hace su servicio social, trae en su costal suéteres, chamarras, envases de cerveza, cables y preservativos de látex.

Lilia Guadalupe de la Cruz Alvarado camina con cierta lentitud a causa de la náusea ocasionada por las fétidas bolsas de residuos orgánicos que colectó, mientras Marisa Hernández Gómez y Alejandra Arguelles Castañeda se ayudan también con pinzas para zanjar una especie exótica que resiste.

“Éste, como muchos de los espacios públicos de manera general, se usa como basurero o para venir a hacer otro tipo de prácticas. Lo que encontramos tiene que ver con objetos de vidrio y desechos básicos de envolturas; hemos visto que lo usan también como baño público porque es un punto de paso para peatones”, concluyó Hilda Pérez.