Las fuertes lluvias que comenzaron a caer el sábado en los campamentos de refugiados rohingyas en Bangladesh han causado ya los primeros daños estructurales, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que teme por la seguridad de unas 31.000 personas que viven en zonas "de alto riesgo" frente a inundaciones y corrimientos de tierra.

Las organizaciones humanitarias han confirmado al menos 59 incidentes en solo 24 horas, entre ellos inundaciones, vientos extremos y caídas de rayo. Los primeros coletazos de la temporada de monzón han dejado ya unos 9.000 damnificados y la situación amenaza con empeorar en una zona donde viven casi un millón de personas procedentes de Birmania.

La saturación de los campamentos y las especiales características del terreno, empinado y sin apenas vegetación, sirven de caldo de cultivo para una potencial tragedia que las agencias internacionales intentan evitar a toda costa. La OIM ha explicado en un comunicado que, junto a sus aliados, ya ha reubicado a miles de familias vulnerables --unas 25.000 personas-- en zonas más altas y espera trasladar a otros 7.200 refugiados antes de que acabe el mes.

El coordinador de emergencias de la OIM en el distrito bangladeshí de Cox's Bazar, Manuel Pereira, ha advertido de que "la situación en los campamentos se hace cada vez más desesperada con cada gota que cae". "Nos estamos apurando para salvar vidas, pero necesitamos urgentemente más financiación para mantener y ampliar un apoyo humanitario vital", ha dicho, al recordar que sólo han recibido el 22 por ciento de los fondos que necesitan y el dinero podría agotarse este mes.

El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y el Gobierno de Birmania han cerrado un principio de acuerdo para facilitar el retorno de los rohingyas, en su mayoría huidos desde finales de agosto de 2017 del estado de Rajine. Por ahora, sin embargo, no hay un calendario para estos posibles regresos.