Sí, Tabasco es un edén, pero de corrupción. Agrupaciones ciudadanas y miembros de la oposición vuelven a poner el dedo en la llaga sobre la amarga y alarmante situación que se vive en Tabasco, que nuevamente se haya bajo el agua por las inundaciones que se agravan cada vez por la corrupción del gobierno estatal.

Ubicado como uno de los estados más corruptos del país, con un manejo turbio en el presupuesto y opacidad en la rendición de cuentas, que ha dado origen a insultantes fortunas de varios de los funcionarios de primer nivel; Tabasco vuelve a sufrir los embates de la naturaleza y una vez más los paganos son los ciudadanos, que se sienten desprotegidos por sus autoridades ya que el gobernador Andrés Granier lo único que hace en estos casos es pedir ayuda al Gobierno federal y estirar la mano para recibir el apoyo, pero sin hacer gran cosa por mejorar las cosas.

Más de una vez se ha tratando de frenar el abuso y el descaro, como en su momento en el 2007 lo intento la legisladora perredista Mónica Fernández, quien mediante una cuenta especial en Banobras, pretendía imponer candado para el manejo de los recursos provenientes de la ayuda.

A pesar de los más de 170 mil millones que se le han asignado como presupuesto en un lustro, y de los abundantes recursos destinados por diversos fondos de ayuda federales para arrostrar este tipo de calamidades; la administración Granier sigue sin rendir cuentas, y peor aún, disponiendo de tan cuantiosas sumas a su entera discreción y albedrío.

Entramado de complicidades

Para ocultar cualquier posibilidad de entregar cuentas, el mandatario estatal ha orquestado un intrincado entramado en el Congreso local, operado por Humberto Mayanas, su Secretario de Gobierno; que le permite hacer y deshacer a su antojo.

Sin embargo, no es el único pues la propia Secretaría de la Contraloría estatales ha encargado sistemáticamente de validar las cuentas oficiales y al mismo tiempo, junto con el Instituto Tabasqueño de Transparencia y Acceso a la Información Pública, de bloquear cualquier atisbo de luz al respecto.

En ese tenor y a la fecha, la fecha, el gobierno de Granier no ha dado una explicación satisfactoria de los ocho millones de pesos que la Procuraduría General de la República, le decomisó a un testaferro de José Manuel Saiz Pineda, Secretario de Administración y Finanzas del estado.

O como el Consejo Ciudadano para la Reconstrucción de Tabasco, cuyo objetivo oficialmente era de fiscalizar y ver el buen fin de del uso del dinero recibido.

Sin embargo, el desaseo en el manejo del dinero no ha pasado desapercibido en los círculos federales y ya repercutió negativamente en la población, ya que si bien el gobierno federal empezó a abrir el flujo de ayuda, éste no fluye como se quisiera porque en las altas esferas han sobradas –y fundadas dudas- sobre la transparencia de los recursos destinados a la ayuda humanitaria.

Barril sin fondo

Historia que se remonta al año del 2007, cuando misteriosamente y como por arte de magia se desaparecieron cientos de millones de pesos de ayuda como medicamentos y comida, destinados a la ayuda de los damnificados por una de las más graves inundaciones en Tabasco.

De entonces a la fecha, ese estado ha sido como un barril sin fondo de dinero y ayuda de todo tipo, que la gente no ve a donde van a dar. Miles de familias han quedado al margen de la ayuda enviada por la Federación.

Por lo que diversas agrupaciones han pedido, sin éxito, informes al respecto. La Asociación Ecológica Santo Tomás, A.C., que por su cuenta se dio a la tarea de revisar el destino de la ayuda dio a conocer en el 2009 que no hubo claridad en la aplicación de 3 mil 500 millones de pesos, ni en los 462 millones destinados a infraestructura.