México.- El fracking para obtener hidrocarburos no es una práctica reciente y se emplea se más de lo que se creía.
Pemex Exploración y Producción reporta que por lo menos 924 pozos mexicanos utilizan fracking, técnica que consiste en fracturar rocas que se ubican a gran profundidad y que contienen gas natural o petróleo, a través de agua con arena y químicos mediante túneles horizontales que pueden extenderse por varios kilómetros.
Las cifras entregadas por Pemex son apenas una fracción de la realidad, de hecho, un documento de la Secretaría de Energía titulado "Proyecto Aceite Terciario del Golfo. Primera revisión y recomendaciones" detalla que hay 1,323 pozos con fracking únicamente en Veracruz, esto quiere decir que la técnica se emplea ya desde hace más de un lustro en México.
La discrepancia entre las cifras de Pemex y la SE también muestra otra realidad: el gobierno mexicano tienen a ocultar la información sobre el tema o bien, el desorden dentro de sus instancias es tal que desconoce el impacto del tema sobre el terreno, a tal nivel que pese a que el fracking es una actividad que devasta el ambiente y elimina cualquier posibilidad de generar un proyecto sustentable de recursos naturales, no existe un verdadero interés en revertir o manejar la situación.
La demanda excesiva de agua por parte de esta técnica también limita su uso para otras actividades como la agricultura, además debido a que queda contaminada es imposible cualquier purificación, afectando a la región en el presente o para siempre.
El agua contaminado no sólo se limita a la de la región, un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, documenta el caso en el cual, gas natural y otros contaminantes migraron lateralmente a través de kilómetros de roca a profundidades medias o bajas, impactando un acuífero utilizado como fuente de agua potable, contaminación que es difícil de detectar por los afectados porque el instrumental no está disponible más que para laboratorios especializados.
Adicionalmente, la alta especialización de sus empleados genera pocos puestos de empleo frente a los costos que conlleva.
Desde 2010 por lo menos, el gobierno ha permitido el empleo de esta técnica altamente contaminantes y con efectos perniciosos más allá del momento presente y la región donde se practica.