La diputada local Janet Hernández Sotelo aseveró que la distribución de agua por delegaciones no es equitativa, porque mientras 12 delegaciones reciben 300 litros por habitante al día, a Tláhuac, Xochimilco e Iztapalapa les llega 177, 214 y 238 litros respectivamente. Por lo que se busca el acceso al servicio público del agua en cantidad, calidad y salubridad para consumo personal y doméstico, no susceptible de restricción o privatización alguna, sostuvo. Hernández Soto destacó que 97.14 por ciento de los más de ocho millones de habitantes de la Ciudad de México, cuentan con cobertura de agua en tomas domiciliarias y la red de drenaje abarca 93.17 por ciento del territorio. Agregó que el suministrarle agua a toda esta población significa obtenerla a través de fuentes subterráneas en un 67 por ciento y el caudal restante es de fuentes superficiales como manantiales ubicados tanto en la ciudad como en los estados de México y Michoacán. Ante esas desigualdades, señaló que la primera Constitución de la ciudad debe contemplar el agua potable como derecho humano inalienable a efecto de garantizar el acceso, disposición y saneamiento del agua para consumo personal y doméstico en calidad, cantidad y salubridad. “Es necesario establecer disposiciones tendientes al desarrollo integral de pueblos y personas”, expresó Hernández Sotelo. Por ello, propuso la redacción de dos capítulos como parte del Título “del Cuidado del Medio Ambiente”, uno sobre el asunto del agua, y otro para impulsar la cultura del cuidado de este recurso, a efecto de incluirse en el articulado de la primera Carta Magna local. Al ser un recurso que impacta en el desarrollo económico y social de la población, se debe elevar a rango constitucional el derecho humano al acceso al agua potable y para eficientar un organismo público en la materia, que garantice una correcta infraestructura, distribución y suministro equitativo para toda la ciudad, indicó la legisladora. Explicó que para el tema de la cultura del agua, ésta se establecería con base en la política hídrica de la ciudad, y en principios de desarrollo social y económico a efecto de que los habitantes participen en su uso racional. Sostuvo que esta cultura impulsará que el agua se considere vital, escasa, finita y vulnerable, mediante la educación del cuidado del medio ambiente, en especial del agua para garantizar el equilibrio ambiental de la Cuenca de México.
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